La Jornada, 1 de febrero de 2009
■ Mal de altura en Davos
■ La realidad de la economía
Qué bueno que el inquilino de Los Pinos no es médico. Con los diagnósticos conduciría a sus pacientes irremediablemente a la muerte, pues sin problema alguno confunde “gripa” con pulmonía. Pero aún sin ser galeno, la lectura y el discurso de Felipe Calderón sobre la nueva crisis agravian a millones de mexicanos. Fox tampoco lo era, pero de igual forma armaba disparatadas evaluaciones sobre la “realidad” nacional, y los resultados son por todos conocidos y padecidos.
Algunos creen que la actitud del michoacano corresponde a un clásico caso de dislexia, problema que aunado a la hipoxia asociada al llamado mal de montaña, lo ha llevado a producir un verdadero rosario de frases alucinantes en el Foro Económico Mundial sobre lo que él llama “realidad” mexicana. Y es que Davos, ese paraíso vacacional en los Alpes suizos, es la ciudad europea de mayor altitud.
Así, en la cima urbana del viejo continente el michoacano ha dicho, entre otras frases de ocasión: “tenemos un muy buen equipo económico, probablemente uno de los mejores del mundo”; “(en Davos) busco reducir o eliminar distorsiones informativas que en ciertas esferas del ámbito internacional se han generado… (también) mostrar los logros del país”; “estamos bien preparados porque hicimos la tarea”; “en la situación actual hay una gran diferencia, porque estamos mejor preparados que nunca antes para enfrentar la tormenta”; “alguien tiene que hablar con él para explicarle exactamente qué pasa en México (en referencia al director de Forbes); “hemos logrado avances significativos”; “probablemente a nosotros también nos va a dar pulmonía”, y (tal vez la más bonita, hasta el momento) México será “uno de los motores fundamentales de la economía internacional en lo que resta del siglo XXI”.
Y también dijo que “en 2008, a pesar de la recesión global, México creció más de 1.5 por ciento”, lo que de ser correcto implicaría que en el último trimestre de ese año la economía nacional habría reportado un comportamiento negativo de cuando menos un punto porcentual (algo que limpia la brecha para ingresar, una vez más, a la ruta recesiva), dando como promedio anual el fabuloso porcentaje referido por el inquilino de Los Pinos en Davos. ¿Cómo le hará para que México se convierta en “uno de los motores fundamentales de la economía internacional en lo que resta del siglo XXI”?
¿Cómo, entonces, si ni siquiera puede con lo inmediato, amén de que el panorama en el vecino del norte (del que México depende peligrosamente) es realmente dramático, toda vez que en el último trimestre de 2008 la economía estadunidense se desplomó 3.8 por ciento, la peor caída de los últimos 26 años?
Mientras alguien intenta recomponerlo del mal del altura (en el caso de la dislexia esto parece imposible) y el inquilino de Los Pinos devela la fórmula mágica para arrancar el susodicho motor, los analistas de la Cámara de Diputados subrayan que desde el segundo semestre de 2008, cuando menos, diversos indicadores económico-financieros daban cuenta de que México entraba a un proceso recesivo. “En materia de crecimiento, la recesión de la economía estadunidense se reflejó en una desaceleración de la mexicana, que después de haber registrado un crecimiento real anual de 4.2 por ciento en 2006 y de 3.2 por ciento en 2007, en el tercer trimestre de 2008 fue de solamente 1.6 por ciento anual, comparado con igual periodo del año previo”.
Así, los únicos que no se enteraron de lo que se veía venir fueron el inquilino de Los Pinos y su “muy buen equipo económico, probablemente uno de los mejores del mundo”, porque los organismos financieros internacionales y regionales desde entonces comenzaron a reducir los pronósticos para México, al tiempo que los principales grupos financieros y empresariales que operan el país se han dado vuelo en recortar dichas expectativas, apuntando todas ellas a la recesión, es decir, a una pulmonía y ni lejanamente a una “gripa” o “catarrito”, como hasta ayer se aferró el michoacano.
Sin duda, el efecto externo pega y muy fuerte, pero las expectativas decrecientes “no sólo derivaban de la desaceleración de la economía estadunidense, también del aletargamiento de nuestro mercado interno: el consumo privado, apenas creció a una tasa anualizada de 3.3 por ciento mientras que el consumo público decreció 0.20 por ciento en el tercer trimestre de 2008 respecto de igual periodo de 2007”. Y falta conocer los números del cuarto trimestre.
Advierten los citados analistas que “en algunos sectores de la economía mexicana la recesión es más que una realidad; la actividad industrial, que alcanzó su mayor crecimiento anualizado en febrero de 2008 con una tasa de 5.9 por ciento, se redujo a uno por ciento en mayo, y desde entonces se ha mantenido la tasa de decrecimiento, alcanzando su nivel más bajo en noviembre de ese año, cuando la producción industrial disminuyó 5.4 por ciento real anual. Además, en septiembre de 2008 las exportaciones mexicanas a Estados Unidos se redujeron 3.6 por ciento respecto de las del mes previo, con la expectativa de que disminuyan aún más en el último trimestre del año, y, cuando menos, que continúen bajando hasta el segundo trimestre de 2009, resultado de un menor volumen de exportación de bienes manufacturados y del menor precio del crudo de exportación”.
La moneda mexicana se ha devaluado 47 por ciento en cinco meses, considerando su nivel más bajo de 9.87 pesos por dólar el 4 de agosto de 2008, respecto del máximo alcanzado ayer (14.50 pesos), “por lo que el panorama para el tipo de cambio peso-dólar será complicado para los primeros meses de 2009, debido, entre otros factores, a la incertidumbre sobre la economía mundial porque hasta ahora no se sabe con certeza, qué tan profunda y prolongada podría ser la recesión de la economía estadunidense. Es de esperar que el peso mexicano continúe mostrando movimientos volátiles durante los primeros meses de 2009, con la perspectiva de una mayor depreciación, que de acuerdo con algunos analistas podría estar por arriba de los 15 pesos por dólar”.
La caída de la actividad económica en México no sólo se ha reflejado en la nula generación de puestos de trabajo, también en la cancelación de los existentes. Sólo entre noviembre y diciembre de 2008 “desaparecieron” más de 400 mil de ellos, “lo que ya se considera el peor desplome de empleo formal en zonas urbanas en los últimos 14 años”.
Las rebanadas del pastel
Ernesto Zedillo es feliz: a 14 años del “rescate” bancario con recursos públicos, cada mexicano aún debe 7 mil 29 pesos (sin considerar intereses y lo que ya pagaron), toda vez que los pasivos netos del IPAB, la cartera del Fobaproa, sumaron 745 mil 100 millones de pesos al 31 de diciembre de 2008. Además, cerca de 7 mil 650 pesos por deuda externa del sector público federal; 19 mil por débito interno y cerca de 2 mil por “rescate” carretero, entre otros pendientes, que totalizan 35 mil 689 por cabeza.