domingo, 11 de enero de 2009

Opinión de Antonio Gershenson en La Jornada

Crisis y programas anticrisis

El secretario de Hacienda rectifica parcialmente. De pronósticos de crecimiento lento se pasa a cero crecimiento. Pero la realidad es que hay para este año caída, decrecimiento de la actividad económica. No se trata sólo de las empresas que cada mes cierran por cientos. Cuando se anuncia que cierran temporalmente las armadoras de coches, eso significa que no pueden exportar a su principal mercado, Estados Unidos. Y que las plantas que les producían componentes y refacciones, incluyendo por ejemplo llantas y acumuladores, cierran también.

También está la declaración oficial en el sentido de que a México le va menos peor que a Estados Unidos y otros países. Pero, además de que la fuente de información no es confiable, pues tampoco se están contando factores que afectan a la gente. Claro, los altos funcionarios sí ganan más que sus equivalentes de esos otros países. Pero la absoluta mayoría de la población sí resulta afectada. Sólo el factor de la devaluación ya nos pega a nosotros y a otros no. El tipo de cambio está cambiando diario, pero siempre por arriba del 30 por ciento de devaluación en los últimos meses. Esto significa aumento de precios a todo lo que se importa, o que por diferentes causas sus precios son fijados en términos de los estadunidenses. Y aumentos superiores, también, al 30 por ciento. Obviamente, este factor no está afectando a la población del país del norte; el que se devalúe el peso frente al dólar en todo caso va a abaratar las mercancías mexicanas que van para allá.

Otro aspecto del discurso oficial es hablar de la crisis en México como algo que viene, no que ya está aquí. Y al hablar de ciclos se quiere dar a entender que esto no dura mucho. Pero incluso en Estados Unidos se reconoce que el porcentaje de desempleados llegó a 7.2 por ciento, y se señala que incluso con las medidas de estímulo de la economía va a seguir subiendo, y que a finales de 2009 va a rebasar 9 por ciento de desempleados.

Se publica en uno de los principales diarios estadunidenses que desde que empezó la “recesión” en diciembre de 2007, se perdió un alto porcentaje de los puestos de trabajo no agrícolas de ese país. Y estos afectados tienen seguro de desempleo. Con la gran dependencia del vecino país, que ha aumentado con el “libre comercio”, es claro lo que tenemos enfrente aquí.

Otros países ya incluyeron en sus programas de recuperación el alza a los impuestos a ciertas importaciones, o programan la de todas ellas. Buscan la recuperación del mercado interno para compensar la crisis del mercado externo.

El programa que aquí se anuncia contra la crisis ni siquiera toma en cuenta la existencia del campo y de los campesinos. Y se bajan los impuestos a las importaciones, para bajar sus precios, al mismo tiempo que se estimula el aumento de precios con el alza a los energéticos, y se aumentan una miseria los salarios mínimos, se niega protección a los estafados en las Afore, y el desempleo aumenta más.

La cantidad de bienes y servicios que está subiendo de precio aumenta, en perjuicio de cada vez más mexicanos. Ya señalamos que en los aumentos, además del incremento mismo, había el agravante de que se subía más el precio del diesel que el de la gasolina. Ahora, con la gasolina Magna a precio fijo y el diesel subiendo, este problema se agrava.

No se trata sólo de que se afecta a la pesca, que usa diesel marino, sino que casi todo el transporte por carretera se hace con diesel, y todas las mercancías transportadas así van a seguir subiendo de precio. También las transportadas en camiones grandes en las ciudades, y en muchos de los medianos.

Esto implica que la política económica vigente sigue afectando el nivel de vida de la mayoría de la población. Al haber, como consecuencia, una contracción del mercado interno, con el mercado externo por los suelos, la industria va a seguir deprimiéndose. Esto no se va a resolver con discursos ni cambiando algunas palabras por las “modernas”.