Carlos Fernández-Vega
La Jornada, 8 de enero 2009
■ El pacto anticrisis, más enunciados que salidas efectivas
■ Se congela precio de la gasolina luego de 35 alzas
Muchas caras conocidas en la presentación, ayer, del enésimo “acuerdo” o “pacto” para “enfrentar” –con más enunciados que salidas efectivas– la nueva faceta de la ya grueso inventario de crisis (en realidad una, con distintas máscaras) que en el país se ha acumulado en los últimos 26 años. “La República está reunida”, diría José López Portillo, la misma “República” que en cada ocasión ha prometido que “con este programa, ahora sí, el futuro de los mexicanos será venturoso”.
Poco más de cinco lustros al hilo alternando (de liana en liana) como diputados locales o federales, senadores, “líderes” de bancada y/o de partido, gobernadores, secretarios estatales o de gabinetazo, gobernadores de bancos centrales, presidentes municipales, directores generales, “líderes” empresariales y “sociales”, etcétera, etcétera, esa pléyade de mexicanos probos y resultones prácticamente es la misma que a lo largo de 26 años ha hundido al país, pero que hoy, como ayer, asegura que son los indicados para sacarlo del hoyo.
Desde aquella fábula lópezportilliana del agresivo can, pasando por las decenas de “pactos” y “programas” de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y ahora Felipe Calderón, prácticamente las mismas caras han desfilado por la palestra de la política nacional, rubrique que rubrique, avale que avale, todo tipo de “acuerdos nacionales”, “estrategias de fortalecimiento ante la coyuntura”, “iniciativas de despegue”, “alianzas para la estabilidad” y demás quimeras, para, en el discurso, hacer de este un país del primer mundo, aunque en los hechos llevan más de cinco lustros dándole vueltas a la noria.
Sin lugar a dudas, a estas alturas del partido y con un marcador espeluznantemente contrario a los mexicanos (la verdadera “goliza” presumida por el actual inquilino de Los Pinos), lo que el país requiere no es un “nuevo” acuerdo, un pacto “renovado”, una “sólida” alianza o como quiera llamársele. No, lo que le urge es la renovación integral de la clase política, de la dirigencia empresarial y de los “líderes” obreros, para así comenzar la reconstrucción, tras una “coyuntura” que se prolonga por más de un cuarto de siglo.
En vía de mientras, y no sin antes subrayar que “nos hemos reunido los sectores público, privado y social y las diferentes instancias de gobierno para sumar voluntades y acciones, a fin de superar lo antes posible esta crisis y mejorar las condiciones de vida de todos los mexicanos”, esa misma clase política ayer presentó en sociedad el ANFEFE-PVM (Acuerdo Nacional a Favor de la Economía Familiar y el Empleo-Para Vivir Mejor), supuesto “complemento” del PICE (Programa para Impulsar el Crecimiento y el Empleo), dado a conocer el pasado 8 de octubre.
Este último contenía cinco “medidas”, de adelante para atrás: ampliar el gasto público, particularmente en materia de infraestructura para poder estimular el crecimiento; cambiar las reglas en el ejercicio de ese gasto en infraestructura por parte del sector público para poder agilizar su ejercicio; el inicio de la construcción de una nueva refinería en el país (la misma que anunció el 18 de marzo de 2008); programa extraordinario de apoyo a las pequeñas y medianas empresas en México; y programa de desregulación y desgravación arancelaria para hacer más competitivo el aparato productivo nacional.
¿Qué propone el ANFEFE-PVM? Cinco “ejes fundamentales”: “apoyos” al empleo y a los trabajadores; a la economía familiar; a la competitividad y Pymes; inversión en infraestructura para incentivar la competitividad y el empleo; y acciones para promover un gasto público más transparente y eficiente, o lo que es lo mismo el PICE de atrás para adelante. ¿Cómo se aterrizarán tales “ejes fundamentales”? Sencillo: “se trata de que todos hagamos lo que esté en nuestras manos para que en lo posible impulsemos la actividad económica, evitemos la pérdida masiva de empleos y fortalezcamos la economía de las familias mexicanas” (Calderón dixit). Lo demás es lo de menos, porque (¡adivinen qué!) “a diferencia de lo que había ocurrido en crisis anteriores, hoy México está mejor preparado para enfrentar la adversidad que antes, ya que tiene sólidos fundamentos macroeconómicos y financieros” (ídem).
¡Felicidades! Suscrito está el “acuerdo nacional”, en el que participan “todos los sectores, público, privado y social”, pero dice el inquilino de Los Pinos que primero el boato, y después “conoceremos los compromisos que habrán de establecer los diversos sectores que suscriben este documento, las diversas ramas de la industria y de la actividad económica del país”.
Tras una atroz alza de precios, la novedad, si así puede llamársele, es que después de 35 alzas consecutivas a lo largo de siete meses, acicate puro para la inflación, “se congelarán los precios de las gasolinas en todo el país durante todo el año” y “se reducirá 10 por ciento el precio del gas LP, manteniéndolo en ese nivel por el resto del año”. El precio del diesel, que hace estragos en distintos sectores productivos, no entra en el “acuerdo”, de tal suerte que se mantendrá al alza.
Lo anterior se queda corto ante una noticia maravillosa: para hacer frente a la crisis, “el gobierno federal otorgará 750 millones de pesos en apoyos directos o de financiamiento para que las familias de escasos recursos puedan sustituir sus aparatos electrodomésticos viejos por artículos nuevos mucho más eficientes en su consumo de energía. La idea es poder dar apoyos en función del ingreso de las familias hasta de 50 por ciento del costo de adquisición de estos bienes y poder financiar el resto con el ahorro en el pago de energía. Con esta medida, las familias podrán reducir el pago que realizan en su recibo de luz, tendrán acceso a nuevos electrodomésticos y se impulsará a la industria electrodoméstica nacional, afectada también por la recesión mundial”. Eso sí, los consumidores residenciales pagarán la factura por los subsidios a tarifas eléctricas para los industriales. Y de la refinería, nada. Menos la reconsideración de Hacienda en cuanto a metas económicas para 2009.
Ni el “pacto” original (el de “Solidaridad Económica”, de Miguel de la Madrid), y mucho menos el PECE (Pacto para la Estabilidad, el Crecimiento y el Empleo) salinista, el PARAUSE (Programa de Acción para Reforzar el Acuerdo de Unidad para Superar la Emergencia Económica, con su aumento al IVA) zedillista, o el PFEAGR (Programa para Fortalecer la Economía; Acciones de un Gobierno Responsable) foxista, incluyeron tan excelente noticia. El de los abonos “chiquitos” y los intereses de agio debe estar feliz.
Las rebanadas del pastel
No hay que esperar mucho: mayor fue el número de asistentes a la presentación del ANFEFE-PVM que los efectos reales que éste pueda tener, en el entendido que lo urgente no es un programa “contracíclico”, sino “contraestructural, si vale el término”, porque la crisis mexicana no es de coyuntura: es de estructura.