lunes, 30 de junio de 2008

Boletín # 43

EL 27 DE JULIO LA CONSULTA EN ZACATECAS

En la concentración de mexicanos procedentes de todo el país, en el zócalo de la ciudad de México presidida por Andrés Manuel López Obrador, el coordinador nacional de la consulta, Manuel Camacho Solís dio a conocer que esta gran experiencia democrática tendrá lugar en tres fases: a) el 27 de julio se instalarán las urnas ahí donde gobierna alguno de los partidos integrantes del Frente Amplio Progresista como es el caso de Zacatecas. b) el 10 de agosto la consulta tendrá lugar en las regiones del país en donde las fuerzas progresistas ejercen una gran influencia y tienen un elevado grado de organización y c) el 24 de agosto en las zonas del país donde tenemos un grado mayor de dificultad para llevar a la práctica esta iniciativa.

En el Distrito Federal la consulta será organizada y sancionada por la autoridad electoral, y en las entidades donde eso no sea posible, se promoverá que un consejo ciudadano independiente del poder y los partidos, convoque a la consulta y ejerza facultades plenas para dar a conocer resultados y rechazar cualquier práctica que no coincida con el propósito de auspiciar la libre expresión ciudadana.

Habrá un comité técnico responsable de la organización de la consulta que tendrá sus equivalentes en cada estado de la república.

El cuestionario que se aplicará en todo el país será elaborado por el Instituto Electoral del Distrito Federal.

Como es del dominio público, los diputados locales zacatecanos del Partido de la Revolución Democrática, el Partido Revolucionario Institucional, el Partido del Trabajo, Partido Convergencia Democrática y el Partido Verde Ecologista aprobaron un punto de acuerdo en la cámara de diputados para que el Instituto Electoral de Zacatecas organice la consulta.

Estamos en espera de conocer la disposición del Instituto Electoral de Zacatecas al respecto, mientras tanto, continuaremos nuestro recorrido por diversos rumbos del estado difundiendo los pormenores de la defensa del petróleo y la enorme importancia cívica de la consulta ciudadana.

Este viernes 4 de julio a las seis de la tarde participaremos en un foro con ese propósito en la cabecera municipal de Enrique Estrada, Zacatecas

Zacatecas, Zac., 30 de junio de 2008

Consejo Zacatecano para la Defensa del Petróleo

Opinión de León Bendesky en La Jornada

Estabilidad tramposa

Las acciones de las empresas que se negocian en los mercados globales registran su peor desempeño en un primer semestre desde 1982. El índice mundial de acciones ha caído 11.7 por ciento en lo que va de este año. El precio del petróleo, a casi 143 dólares por barril, ha provocado una espiral de ventas de títulos en las bolsas de valores en Asia, Europa y Nueva York.

Las presiones de la inflación se refuerzan con las alzas del petróleo, las materias primas industriales y los alimentos, y se suman al menor crecimiento de la actividad económica. Esto provoca que el índice industrial Dow Jones esté ahora 20 por ciento por debajo del nivel máximo alcanzado el pasado octubre. La situación indica la gran variabilidad de los precios y el estado de ánimo de tipo maníaco depresivo de los inversionistas.

Hay evidencias de que las pérdidas de los bancos comerciales, derivadas del colapso de los préstamos hipotecaros en Estados Unidos, aún no terminan y se esperan malos resultados para sus ganancias en el segundo trimestre del año.

El número de familias con problemas para pagar sus hipotecas en aquel país ha seguido creciendo en los meses recientes y se estima que ya son 3 millones y que pueden llegar a 4 el próximo año, arrastrados por la caída de los precios de las casas y una menor expansión de la economía. Para muchos el precio de su casa es hoy menor a la deuda hipotecaria que contrataron; se deprecian los activos y se aminora el patrimonio. El programa del gobierno federal de ayuda a los deudores podría alcanzar sólo a 400 mil familias.

La Reserva Federal ha inyectado recursos en los bancos para prevenir un colapso, algunas grandes instituciones estuvieron a punto de reventar y otras han tenido fuertes pérdidas. Además de esas intervenciones con recursos públicos para evitar mayor inestabilidad en el sistema financiero, el banco central usa el instrumento de las tasas de interés para indicar que su prioridad es atajar la inflación y no encarecer la deuda de las familias y las empresas. El pasado 25 mantuvo la tasa de fondos federales en 2 por ciento. El Banco Central Europeo, por su parte, ha indicado que sus tasas pueden elevarse.

En el segundo semestre se podrán apreciar, si es que las medidas monetarias para controlar el aumento de los precios y evitar una desaceleración fuerte tienen alguna efectividad. En todo caso la inestabilidad financiera está instalada de manera general en los mercados mundiales. México no es una excepción.

La estabilidad que se operó en la economía mexicana durante varios años llegó a su fin. Pero, además, va a mostrar su carácter tramposo, como ocurrió en otros periodos recientes, notablemente a fines de 1994.

La trampa de la estabilidad reside en que no se ha sustentado en un verdadero ajuste fiscal, lo que se advierte en el gasto corriente del gobierno, la baja recaudación impositiva y la necesidad de imponer un nuevo impuesto, del tipo de Santa Anna, a los depósitos en efectivo que se hacen en los bancos.

También se exhibe dicha trampa en la insuficiencia del crecimiento de la producción y del empleo y, por supuesto, en la situación de Pemex. Todo eso sigue repercutiendo en el patrón muy concentrado de la distribución del ingreso y la persistencia de la desigualdad social.

Hoy se siguen haciendo previsiones oficiales de la economía con base en las tendencias observadas en el periodo reciente. Pero esa concepción no admite que las condiciones están cambiando de modo decisivo. Así, se reproduce una gestión de la política económica que puede acabar en un nuevo episodio de desajuste financiero.

Los recursos excedentes derivados de la exportación de petróleo se esfuman y Hacienda es incapaz de dar cuenta de lo que pasa. Se sigue debatiendo la propuesta de reforma petrolera y la secretaria de Energía ya no sabe para dónde hacerse. El banco central responde al alza de los precios con un aumento de las tasas de interés. La cartera vencida de los bancos, tanto en créditos al consumo como en hipotecas, está creciendo y así se provoca mayor fragilidad.

El diferencial de las tasas con las de Estados Unidos se amplía, con lo que se favorece la especulación con la entrada de capitales de corto plazo que miran atentamente el movimiento del tipo de cambio del peso con el dólar. Pero el peso se hace más fuerte, indicando la gran distorsión que se está provocando en su precio. Si las exportaciones empiezan a perder dinamismo junto con la producción manufacturera, el “súper peso” no va a aguantar.

Pero políticamente nadie quiere asumir ningún costo; Hacienda y Banco de México actúan como de costumbre y el gobierno de Felipe Calderón va a pasar pronto del entusiasmo de la estabilidad ficticia, heredada de la última etapa de Zedillo y del sexenio de Fox, a pagar las cuentas, y eso va a definir su administración.

Ya no se va tratar de un debate técnico, político y hasta ideológico sobre la naturaleza y los efectos de la gestión económica que se sigue. El fin de la estabilidad va a forzar un nuevo ajuste muy costoso para la inmensa mayoría de la población. Hasta ahora todos callan, a pesar de las evidencias: empresarios, banqueros, sindicatos, funcionarios, organismos internacionales.

Opinión de Adolfo Gilly en La Jornada

La entrega del petróleo: quiénes, porqué y para qué

La reforma energética propuesta por el Poder Ejecutivo ha sido demolida en cada uno de sus puntos y motivos a lo largo de los debates públicos de estas semanas, junto con los argumentos de sus partidarios puestos a defender una falacia. Ha quedado como lo que es: una tentativa de despojo y privatización de la riqueza petrolera mexicana. No tiene caso venir a repetir lo ya dicho. Me basta hacer mías, entre tantas otras, las razones y las pruebas aducidas días atrás por Javier Jiménez Espriú en impecable escrito.

En cuanto a la situación de hecho, es la siguiente. Después de 36 años, las grandes empresas del petróleo regresan a Irak. Después de 70 años de la expropiación de 1938, en medio de la actual fiebre especulativa mundial en el mercado petrolero, esas empresas se disponen a regresar a México pasando por encima de la Constitución y de las leyes de esta nación.

Pero aquí no hubo, como en Irak, guerra o invasión extranjera. Lo que tuvo lugar es un cambio de mando del Estado. La vieja y exhausta clase dirigente, cuyo modo político de ejercicio y de negociación del mando se encarnaba en el PRI y en sus tratos con el antiguo PAN, ha sido sustituida en el ejercicio del poder por el mando del capital financiero mexicano bajo el amparo de las finanzas internacionales.

Este nuevo mando es la encarnación en México del orden social neoliberal mundial –orden social, no modelo económico, pues es un nuevo orden social del capital lo que se expande en el mundo de inicios del siglo XXI.

Ese mando todavía no ha encontrado su forma política ideal, su modo de trato y negociación con la nación mexicana y con su pueblo. Está tanteando cómo modelar esa relación, cómo consolidarse y superar la actual fragmentación de los poderes entre los gobernadores, donde cada uno actúa como dueño y señor de su territorio frente al gobierno central y a sus propios gobernados. Hasta don Porfirio se escandalizaría si viera este espectáculo...

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El mando del capital financiero necesita encontrar, unificar y legitimar sus formas políticas y está resuelto a lograrlo. Por eso el desmantelamiento de los pilares de la Constitución, malamente disfrazado de leyes reglamentarias. Otros gobiernos antes fueron desmantelando a Pemex durante décadas para dejarla a punto de privatización, como aquí mismo lo han documentado técnicos y especialistas. Pero para consolidarse, y no sólo para hacer negocios, este nuevo mando necesita ahora desmantelar además el patrimonio nacional entero, pues la forma de existencia de ese capital al cual representa consiste en penetrar capilarmente en todos los poros de las relaciones económicas, sociales, políticas, culturales e imaginarias de la nación, y en las de ésta con el territorio y la naturaleza.

Esta mutación financiera del poder mexicano tiene su actual representante en el gobierno de Felipe Calderón y Agustín Carstens, avalado en 2006 sólo por un tercio de los votantes en un proceso electoral por demás tenebroso.

No estamos, pues, ante un mando estabilizado con un partido histórico en el gobierno. Tampoco se trata de una vulgar mafia movida sólo por afanes de corrupción, como suele argumentarse en su contra. Estamos, por el contrario, ante un verdadero y real grupo dirigente de advenedizos que a sus espaldas tienen el poder de las finanzas y el monopolio televisivo. Lo encabeza la dupla Calderón-Carstens. No se les detendrá con calificativos ni con insultos que apenas sirven como desahogo.

Este grupo dirigente está llevando al país a una aventura que atenta contra los fundamentos históricos, culturales, económicos y jurídicos de esta comunidad nacional verdadera e ilusoria que se llama México, para consolidar en cambio el orden social y político de la nueva riqueza financiera en ostentosa e incontenible expansión desde la década de 1990.

De esto y nada menos es de lo que se trata.

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Pero una nación no es un montón de gente viviendo sobre un territorio. Es una comunidad humana, tanto real como imaginaria, con un pasado y una cultura comunes, con intereses compartidos y conflictos de intereses, en la cual leyes escritas y no escritas regulan las relaciones y las vidas. Lo primero se llama historia; lo segundo, economía; lo tercero, política y estatuto jurídico.

En tales premisas se sustentó la expropiación de 1938 con sus amarres constitucionales y legales. El petróleo no es en México una simple propiedad. Es un patrimonio de la nación y de su pueblo. No es mineral inerte, es herencia común y es trabajo objetivado y acumulado por generaciones. Todo eso es ignorado por la propuesta privatizadora de Felipe Calderón y Agustín Carstens.

El discurso de los expropiadores de 1938, los generales Lázaro Cárdenas y Francisco J. Múgica, fue un discurso de soberanía, un discurso de legalidad y un discurso de trabajo. Se lo puede encontrar tal cual en los Apuntes del presidente Cárdenas editados por esta universidad.

Discurso de soberanía porque, para recuperar el petróleo, ambos generales consideraron y sopesaron la coyuntura internacional y concluyeron, con razón y con pericia, que las grandes potencias estaban por entrar en una guerra mundial y no podrían defender hasta el fin a sus compañías en México. Tendrían que negociar y así lo hicieron, Estados Unidos el primero pues era quien, en caso de guerra, mayor valor estratégico concedía a ese mineral contiguo. El discurso de soberanía era así, además, un discurso geoestratégico. Ambos están ausentes en la propuesta del Poder Ejecutivo.

Discurso de legalidad porque el presidente Cárdenas sustentó la medida expropiatoria por un lado en la rebeldía de las compañías petroleras ante un laudo de la Suprema Corte, con lo cual desafiaban la ley de la nación; por el otro, en el dominio eminente de ésta, heredado de la Corona española, sobre el suelo, el subsuelo, los mares y los cielos de su territorio. Contra esa legalidad va la iniciativa del actual gobierno.

Discurso de trabajo porque la recuperación del petróleo se apoyó en una movilización nacional, antecedida y preparada por un reparto agrario sin precedentes y articulada en torno a la organización y la movilización de los trabajadores de la industria petrolera y de su sindicato. Trabajadores de la industria y sindicato siguen existiendo. Pero están hoy ausentes de estos debates y al sindicato lo controla una burocracia corrompida, cliente y cómplice de cada gobierno en turno.

La ausencia de todo discurso del trabajo, el silencio y la exclusión de los trabajadores y sus organizaciones, es el indicio ominoso de que esta proyectada entrega forma parte del asalto general del capital financiero contra el trabajo, rasgo definitorio del nuevo orden social global. Este es, empero, un tema mucho más vasto a ser abordado en otras sedes.

Con creces se ha demostrado en estas semanas que la premura tecnológica y la premura económica son añagazas, así como se ha probado que es simple chantaje la amenaza de que, si no se privatiza Pemex, no habrá recursos para educación, salud y el supuesto “combate a la pobreza”. Una reforma fiscal que hiciera pagar a las grandes fortunas los impuestos normales en los países democráticos daría los recursos y liberaría a Pemex de la exacción actual por parte del Estado.

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La iniciativa privatizadora Calderón-Carstens tiene otro sesgo amenazante. El patrimonio petrolero es parte de cualquier política de soberanía y seguridad nacional frente a potencias externas y sus gobiernos. Esta iniciativa dejaría a México desprotegido y subordinado a la política militar de Estados Unidos y a su plataforma continental de seguridad. Las fuerzas armadas mexicanas quedarían en condición de vasallaje ante el Pentágono, objetivo también de la Iniciativa Mérida.

Al hacer depender a esas fuerzas de la tecnología y el armamento de la potencia vecina; al utilizarlas repetidamente contra el pueblo mexicano y sus movimientos, como sucede con creciente gravedad en Chiapas y en la frontera sur; al embarcarlas en la guerra contra el narco, tarea policial por excelencia; al promover que el “turismo” extranjero se vaya apropiando de costas y penínsulas de México, en especial de Baja California, el presente gobierno prepara porvenires funestos para este país.

Este es el marco general de su reforma energética. Mañana nos propondrán arrendar Baja California para instalar bases militares de Estados Unidos porque el petróleo ya se enajenó y no hay dinero para salud y educación...

La defensa de la nación y de su soberanía requiere además el cese de la violencia interna. Por un lado, es urgente reconocer los derechos indígenas y así cortar de raíz la guerra interior latente y presente en Chiapas. Por el otro, urge ubicar y definir con precisión los sustentos de la guerra del narco en tanto operación de desestabilización militar del territorio. ¿Quién la apadrina y alimenta, a cuál diseño está sirviendo? No me cuadran los capos y sus fortunas como explicación única y suficiente.

*

Como tema de esta mesa se nos pregunta acerca de las consecuencias políticas, jurídicas y sociales de la iniciativa oficial de reforma petrolera. Después de lo antes dicho, respondo: en la presente crisis financiera mundial, en vísperas de un posible cambio de dirección política en Estados Unidos, en tiempos de guerras declaradas y no declaradas, cuando el patrimonio petrolero es como nunca un producto estratégico, entregarlo al capital privado es lanzar a la nación mexicana a una aventura política, geopolítica, jurídica y social.

Tales consecuencias nos llevarían a un desastre nacional. Habrá que impedirlo por todos los medios necesarios.

Ciudad Universitaria, México, 27 junio 2008

* Texto presentado en el Debate Universitario sobre la Reforma Energética, Centro Cultural Universitario, Tlatelolco, Mesa 21, “Consecuencias políticas, jurídicas y sociales de la reforma petrolera”, 27 junio 2008.

Editorial de hoy en La Jornada:

Reforma petrolera: riesgos de imposición

En el mes que está por comenzar, el país pasará por momentos de definición particularmente críticos debido a la polarización generada por la iniciativa gubernamental mediante la cual se pretende transferir a manos privadas segmentos fundamentales de la industria petrolera.

Ante la tentativa inicial de aprobarla al vapor, el rechazo de importantes sectores de la ciudadanía, la realización de foros sobre la materia en el Senado de la República y la convocatoria de la oposición a una consulta ciudadana sobre el tema, el mapa político ha quedado dividido en tres campos claros: el de la presidencia calderonista, que por medio de la remoción de Santiago Creel como coordinador ha hecho patente su control sobre la bancada de Acción Nacional en el Senado; el del Frente Amplio Progresista, que a pesar de las disputas en el interior del principal de sus componentes –el Partido de la Revolución Democrática– ha mostrado cohesión en la confrontación de la reforma privatizadora, y el del Partido Revolucionario Institucional, que parece dispuesto a especular con el sentido de sus votos para la obtención de los máximos provechos posibles.

Más allá de sus representantes formales, la ciudadanía se ha involucrado en la disputa, y el intento privatizador de la industria petrolera ha generado análisis y discusiones en medios, instituciones educativas –entre las que destaca la UNAM–, plazas públicas, hogares y lugares de trabajo, todo ello a contrapelo de la despectiva descalificación tecnocrática, esgrimida desde el gobierno, según la cual los vericuetos del tema escapan a la comprensión de la sociedad.

En tales circunstancias, los foros y debates en curso han dejado claros varios puntos de entendimiento posible: la articulación entre el estatuto de Pemex y las políticas fiscales irresponsables, y la necesidad de corregir las segundas antes de pronunciar diagnósticos terminantes sobre la supuesta crisis del sector petrolero en manos del Estado; la imperiosa necesidad de detener los diversos saqueos regulares que padece la paraestatal –el hacendario, el sindical, el administrativo– e imponer la moralidad y la transparencia en sus finanzas; la pertinencia de orientar recursos propios a la investigación, el desarrollo tecnológico y la prospección petrolera; el repudio a los aspectos privatizadores de la iniciativa de reformas legales presentadas por Felipe Calderón en abril pasado, tan contundente e ineludible que ha llevado al Ejecutivo federal a elaborar un discurso engañoso, según el cual la apertura de la refinación, el transporte y la extracción de crudo a empresas particulares “no es privatización”.

A pesar de los incontables defectos de forma y de fondo de la propuesta calderonista, y aunque se dé por sentado que en su redacción original está políticamente muerta, el grupo gobernante se muestra empeñado en lograr, al término de los foros de análisis convocados por el Senado, la aprobación, en un periodo extraordinario, de tal iniciativa de reformas –o de una reformulación más presentable de ella–, acaso contando con la complicidad de la mayor parte de los legisladores priístas, y sin tomar en cuenta los resultados de la consulta ciudadana que habrá de realizarse en tres momentos: 27 de julio, 10 y 24 de agosto, en otras tantas regiones del territorio nacional, como se anunció ayer en la concentración multitudinaria realizada en el Zócalo capitalino.

La discusión nacional del tema ha dejado ver que las propuestas calderonistas son contrarias al interés nacional. Así, el empecinamiento del grupo gobernante en violentar el orden constitucional mediante una ley secundaria sólo puede explicarse en función de compromisos contraídos con los grandes intereses privados de la industria energética trasnacional, de una urgencia por ejercer la autoridad y el mando mediante la imposición, o de ambos. Pero persistir en ese propósito sería perjudicial hasta para los intereses del oficialismo y de sus aliados corporativos, pues con ello se profundizaría la polarización provocada por el afán privatizador, se pondría en grave peligro la gobernabilidad y la estabilidad y se ahondaría el déficit de legitimidad que caracteriza al gobierno calderonista desde su origen. Cabe esperar, pues, que la actual administración escuche el clamor nacional, comprenda que, como lo señaló recientemente el rector de la UNAM, José Narro, la reforma del sector petrolero requiere de “voluntad, inteligencia, tiempo y tolerancia”.

domingo, 29 de junio de 2008

Opinión de Mario di Constanzo en La Jornada

¿De qué sirve correr, si estamos en el camino equivocado?

No hay que ser un genio para darse cuenta de que tanto a Felipe Calderón como a la gran mayoría de los legisladores del PRI y del PAN les urge que ya concluya el debate que fue convocado por el Senado de la República como resultado de las acciones de resistencia civil que llevó y está llevando a cabo el movimiento que, en defensa del petróleo, encabeza Andrés Manuel López Obrador.

Y es que a la urgencia de tener aprobada la “reforma petrolera” para poder rendirle buenas cuentas al presidente George W. Bush antes de que concluya su mandato, se suma un problema adicional: la derrota que los defensores del plan calderonista han tenido durante estas discusiones ha sido fenomenal.

Señalo lo anterior en virtud de que el jueves pasado me tocó asistir como ponente para tratar el tema referente al régimen fiscal de Pemex. Y debo decir que resulta más difícil encontrar un lugar para estacionarse cerca de la sede de los debates (por eso me fui en Metro), que refutar los argumentos que defienden la absurda e ineficiente reforma presentada por Calderón y su equipo.

Así, durante estas últimas semanas lo que ha quedado en evidencia es que:

Cada vez estamos más convencidos de que la visión que en su momento llevó al general Lázaro Cárdenas y a los legisladores a establecer la exclusividad de la nación en materia de explotación de petróleo y sus derivados, no fue producto de un capricho o una simple ocurrencia, ya que los propios hechos nos muestran claramente la importancia estratégica que tiene, que tendrá y que ha tenido este energético en el desarrollo del país.

Luego entonces, ¿qué ha sucedido, por qué razón, si actualmente nuestro país es el sexto productor de petróleo en el mundo, tenemos que importar poco más de 40 por ciento de la gasolina que consumimos, 25 por ciento del gas natural y millones de dólares en productos petroquímicos?

Más aún: de acuerdo a diversas opiniones, estudios y análisis de instituciones y de especialistas o técnicos ampliamente reconocidos, se ha hecho evidente que el país todavía cuenta con una cantidad muy importante de petróleo, tanto en el subsuelo de su territorio como en aguas someras y profundas.

Ahora sabemos que –ya sea porque contamos con ellas o porque se pueden adquirir– no existen barreras tecnológicas que nos impidan aprovechar en beneficio de la nación el enorme potencial de desarrollo que ofrece la industria del petróleo.

Todavía más, resulta absurdo que se acepte la premisa que sostiene que Petróleos Mexicanos está en quiebra, o bien que a pesar de los cuantiosos ingresos anuales que recibe haya registrado pérdidas en su operación.

Al respecto conviene señalar que actualmente las ventas anuales de esta empresa superan el billón de pesos, es decir, que sus ingresos representan el equivalente a 50 años del presupuesto anual de la Universidad Nacional Autónoma de México.

De esta manera, la sensatez y el sentido común nos indican que la primera reflexión que debemos de llevar a cabo consiste en saber si nuestro país enfrenta un problema petrolero que se origina en la propia paraestatal, o bien tiene su origen en el tratamiento fiscal y presupuestario que se le ha dado a la empresa, mismo que se deriva de las fallas que presenta el sistema hacendario del país.

Así, por ejemplo, de acuerdo con datos de Pemex se observa que desde 2000 a la fecha, mientras que esta empresa ha registrado ventas acumuladas por 6 billones 307 mil millones de pesos, ha entregado ingresos a las arcas nacionales por 5 billones 100 mil millones de pesos, cifra que significa 80 por ciento de sus ventas.

Contrariamente, si revisamos los recursos presupuestarios que para el mismo periodo se han destinado a la inversión pública directa en Pemex, nos damos cuenta que éstos ascienden aproximadamente a 180 mil millones de pesos, cifra que representa, apenas, 3 por ciento de sus ventas totales.

La anterior es la verdadera razón que explica las circunstancias por las que atraviesa la industria petrolera del país y nos permite afirmar, con la mayor contundencia del mundo, que los recursos económicos generados por nuestra industria petrolera han sido utilizados para eludir una reforma fiscal progresiva, que afecte los intereses de las grandes empresas privadas.

Es decir, que el problema de la paraestatal más bien obedece a un asunto fiscal y presupuestario, y no a uno de carácter energético: Pemex es uno de los principales damnificados de la política económica.

Lo peor de todo es que las iniciativas presentadas por Felipe Calderón no garantizan que la situación fiscal y presupuestaria de Pemex será modificada. En cambio, sí comprometen la entrega del mercado petrolero a la iniciativa privada.

Y es precisamente ahí donde se encuentra la mejor muestra de este neoliberalismo pervertido que busca proteger a pequeños grupos de poder económico en detrimento del patrimonio nacional.

Por esa razón debemos preguntarnos: ¿de qué sirve correr, si estamos en el camino equivocado?

Opinión de Antonio Gershenson en La Jornada

La artimética y la funcionaria

La secretaria de Energía no se lleva muy bien con los números. La vez pasada multiplicó los barriles de petróleo de las reservas en sólo dos semanas, entre una primera declaración y la segunda. Ahora, los días se encogen mágicamente.

En febrero se hablaba de que se aprobarían las propuestas del gobierno federal sobre el petróleo a más tardar el 22 de abril; se hablaba también de un término de dos semanas como plazo para aprobar las iniciativas “al vapor”. Ahora, gracias a la secretaria, serían sólo cinco días, de modo que la consulta popular en el Distrito Federal del 27 de julio ya no tendría caso porque el 22 del mismo mes se empezaría el dictamen de las iniciativas. No importa que se sigan algunas formalidades en ambas cámaras: mandar el asunto a comisiones, considerar las nuevas propuestas, lo cual también está aprobado, luego enviarlas a plenaria, todo esto en el Senado, y discutir y votar; pero luego se repite todo este proceso en la Cámara de Diputados, a la que se turna una minuta del Senado, y todo ese proceso se repite. Posiblemente por eso se habló de dos semanas en abril. Pero ahora la funcionaria ignora todo esto y decide que en cinco días se resuelva todo, para que ya no tenga caso la consulta popular.

En primer lugar, con este tipo de declaraciones, diciendo lo que van a hacer las cámaras legislativas, la funcionaria del Poder Ejecutivo se está entrometiendo, ilegalmente, en las funciones del Poder Legislativo. Y, para información de la secretaria, tenemos un régimen de separación de poderes.

Ya en cuanto a la certeza de la “previsión”, además de lo ya dicho debemos ir a otros niveles. El PRI no ha declarado exactamente qué va a hacer. Hay declaraciones en el sentido de que va a proponer cambios en las iniciativas. Esto, de consumarse, incidiría en esos plazos “a la olla exprés”, ya no al vapor, de la secretaria. El FAP, la izquierda, va sobre una propuesta alternativa, que también incidirá en los plazos.

En otro plano, es público que en el foro del Senado ha habido impugnaciones mayoritarias a los diferentes aspectos de la iniciativa. En algunos casos, las impugnaciones fueron unánimes o casi. Y la proliferación de foros, debates y otros encuentros similares ya no sólo se da por cada vez más instituciones de educación superior, sino que se extiende a cada vez más estados. ¿Seguro que se va a poder ignorar en el Senado todo esto?

En otro plano más, la situación del país dista mucho de ser tranquila, se van apilando los problemas y los conflictos. Siguen subiendo los precios internacionales del petróleo. Sigue subiendo, con ellos, el precio promedio de la mezcla mexicana, que ya rebasó los 120 dólares. Esto implica que siguen subiendo los excedentes petroleros. Pero ya en el trimestre que terminó, el primero del año, el gobierno dijo que no hay excedentes, y dispuso de ese dinero como le dio la gana.

Los pretextos son muy poco convincentes. Que la gasolina en Estados Unidos está muy cara, que Pemex la compra allá para venderla acá más barata. Que siempre no. Y si fuera así, los subsidiados son los que, viviendo en Estados Unidos, cruzan la frontera mexicana para comprar la gasolina o el diesel más barato. Se podría vender sólo a coches o camiones con placa mexicana, o a choferes con credencial para votar o con licencia mexicana para manejar. Pero no se quiere hacer.

Mientras tanto, los estados o entidades en general, y los municipios, se quedan con muy pocos recursos, mientras que los precios y los costos suben. Y la gente, no se diga. Ante los problemas de los alimentos, en vez de apoyar la siembra y la cosecha mexicanas, se importan más granos y otros alimentos básicos, dejando más producción nacional fuera del mercado.

El llamado control de precios es ridículo. No se controlan alimentos básicos y saludables, sino refrescos, churritos y comida chatarra en general, además de productos de consumo marginal.

¿Acaso nada de esto tiene que ver con el destino de los proyectos de reforma petrolera? ¿Acaso los organismos que aglutinan las protestas y movilizaciones relacionadas no agregan al final de sus consignas las relacionadas con la defensa del petróleo, o de la soberanía nacional?

¿Qué es más ridículo, los 100 mil millones de barriles de reservas, o los cinco días para la aprobación en la olla exprés, después de los fracasos anteriores?

El Despertar

José Agustín Ortiz Pinchetti
La Jornada, 29 de junio 2008

■ No pueden con él

Mientras usted está leyendo el periódico, decenas de miles fluyen hacia el Zócalo. Acuden a la convocatoria de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Tras dos años de las elecciones fraudulentas de 2006 se mantiene como líder indiscutible y prácticamente el único de la oposición. No ha claudicado y ha mantenido sus propuestas sin llamar jamás a la violencia. Los cotejos con sus adversarios resultan favorables para él. Calderón es un presidente débil, sin un proyecto definido afronta simultáneamente varias crisis. El PRI no es un verdadero partido de oposición.

Algunos analistas reconocen que AMLO ha tenido triunfos parciales en la resistencia a la privatización de Pemex, pero son raros los que se dan cuenta que su objetivo a largo plazo es construir un movimiento que puede cambiar al país. En estos dos años ha visitado con éxito dos tercios de los municipios y registrado a 2 millones 200 mil adherentes. 200 mil están organizados en brigadas con instrucciones y entrenamiento. Tras la feroz campaña de calumnias, golpes y traiciones, AMLO está en pie de lucha y no parece debilitarse sino crecer. Podría decirse: “¿qué tiene Andrés Manuel, que los reaccionarios no pueden con él?”

Con excepción del Cisen, los expertos en política no están tomando en cuenta el surgimiento del obradorismo. Significa que parte importante de la sociedad política está generando un nuevo polo. AMLO no sólo es un líder carismático, sino tiene un proyecto alternativo de nación, una propuesta de modernización bien articulada.

Este domingo AMLO dará por terminada la etapa de organización del movimiento de resistencia. En dos meses, ha visitado todas las capitales y las ciudades importantes del país. Ha pasado revista a centenares de miles de brigadistas, los ha arengado y entusiasmado. El proyecto de reforma ha sido frenado, pero no abatido. El PRI se manifestó oficialmente en contra, pero no es imposible que dé marcha atrás. Si lo hace, y con el PAN imponen la reforma, el movimiento de AMLO iniciará acciones de resistencia civil pacífica que sacudirán al país y a la opinión internacional.

Como dijo Manuel Bartlett, la posibilidad de esa movilización es el verdadero obstáculo a la imposición de Calderón.

AMLO apoya la iniciativa de Marcelo Ebrard para celebrar el 27 de julio en el DF una consulta popular con el auxilio del IEDF. En muchos municipios se hará un ejercicio similar. Romperán los precedentes históricos. Abrirán el camino de la democracia participativa.

sábado, 28 de junio de 2008

México S.A.

Carlos Fernández-Vega

■Apremia Kessel a acabar con el jueguito del debate petrolero

■ ¿Y la división de poderes?

Muy nerviosa debe estar la secretaria de Energía, Georgina Kessel, porque sus urgencias la hacen resbalar en público. Da la impresión que su alterado estado de ánimo le impide registrar no sólo que la “reforma” petrolera calderonista es un cadáver insepulto que desde un mes atrás permanece en el velatorio instalado en el patio central de la casona de Xicoténcatl, sino que la lleva a meter la mano donde no le corresponde. Un día sí, y al siguiente también, gira instrucciones al Legislativo, fija fecha para el dictamen, asegura su inmediata aprobación, desautoriza consultas populares, palomea qué debe incluirse en la agenda de los senadores y a éstos apura para que concluyan el jueguito del debate en su propia casa, entre otras directrices.

Es el mismo nerviosismo que la funcionaria mostró en febrero y marzo pasados, el cual la llevó a cometer una serie de pifias en torno a la presentación y contenido de la referida “reforma”, cuando dio por buena una fecha que cinco minutos después fue desmentida por sus propios correligionarios, y ofreció un apocalíptico balance de la situación petrolera del país, para poco después auto desmentirse y hablar de multimillonarios depósitos que elevaban a más de 100 mil millones de barriles las reservas de crudo nacional.

Tanto dijo la secretaria Kessel por aquellos días, que lo único que hizo fue subirse a la fiesta de contradicciones, resbalones y desorganización de lo que ellos mismos llaman “sistema PAN” (inquilino de Los Pinos, partido blanquiazul, con sus diputados y senadores). Pero debe serenarse. Ella ya cumplió con su parte: con todo tipo de desbarajustes, pero hasta allí le toca. El siguiente tramo exclusivamente le corresponde al Legislativo, no al inquilino de Los Pinos –quien en este sentido tampoco canta mal las rancheras– ni a la Secretaría de Energía.

A Georgina Kessel, ni a su jefe en Los Pinos, corresponde autorizar o rechazar la consulta popular. Tampoco fijar fecha para que la “reforma” petrolera calderonista se dictamine, mucho menos apurar el fin del debate en el Senado de la República (dicho sea de paso, a finales de abril pasado la secretaria de Energía se pronunciaba por “no posponer más un debate de altura, serio y responsable” en materia petrolera; hoy ya no siente lo duro, sino lo tupido, y le urge que se cierren las puertas de la casona de Xicoténcatl).

Entonces, serenidad y paciencia (Kaliman dixit), porque el nerviosismo la lleva a ubicarse erróneamente. Hasta donde es oficial, la señora Kessel no ocupa un cargo de elección popular, ni forma parte del cuerpo legislativo del PAN y mucho menos es coordinadora de la bancada blanquiazul en el Senado. Que Gustavo Madero (el nuevo pastor) o Santiago Creel (presidente de la Mesa Directiva) no le reclamen es otra cosa, pero se supone que en Los Pinos respetan, aunque sea en el discurso, la división de poderes, de tal suerte que la secretaria de Energía debe tomar las cosas con más calma.

Sólo falta un mes para que concluya el debate en el Senado, y si de éste los legisladores resuelven desechar –como todo apunta- la propuesta claderonista de privatizar el sector petrolero, pues la señora Kessel deberá aguantar el resultado (“aunque sea por un voto” como dirían en la residencia oficial). De dónde la prisa, si el propio inquilino de Los Pinos presentó su “reforma” con 395 días de retraso, de acuerdo con el calendario por él mismo comprometido.

En sus “100 acciones para los primeros 100 días de gobierno”, Felipe Calderón se comprometió a cumpliría cuando menos con los siguientes compromisos: “se promoverá una legislación que permita a Pemex realizar asociaciones tecnológicas con otras empresas del sector para la explotación de yacimientos en aguas profundas; se revisará la cartera de proyectos de la Cuenca de Burgos, buscando agilizar la entrada en operación de aquellos que tengan más oportunidades de incrementar la producción de gas natural; se impulsará una nueva legislación energética para que sea posible atraer inversión complementaria a la del Estado en refinación y petroquímica, en beneficio de la industria nacional; (y) se promoverán adecuaciones para la instalación de Comités de Auditoría Independientes en Pemex y CFE que garanticen rendición de cuentas y transparencia en el uso de los recursos”. El plazo venció el 10 de marzo de 2007. Sólo hasta el 8 de abril de 2008, y después de 50 auto desmentidos, presentó su proyecto de “reforma” petrolera, y la encargada de entregarla en el Senado fue, precisamente, la señora Georgina Kessel.

Es normal que quien va ganando el partido presione al árbitro para que dé el silbatazo final; en cambio, el equipo que va perdiendo exige que estire el tiempo lo más que pueda. Pues bien, la secretaria de Energía pertenece a éste último, pero los nervios la llevan a pensar que forma parte del primero.

Las rebanadas del pastel

De la lectoría y los genios gubernamentales: “el subsecretario de Hacienda declaró que en los últimos cuatro años Petróleos Mexicanos destinó a inversión 50 mil millones de dólares, y, que dada su ineficiencia, las reservas de hidrocarburos han declinado. Parece ser que Hacienda olvida que en ese periodo, Pemex solamente le dedicó a proyectos de exploración 4 mil millones de dólares. El resto se destinó a lo que realmente es un gasto de operación para mantener la extracción intensiva de crudo en más de 3 millones de barriles diarios. Considerar el gasto de explotación como una inversión le permite a Hacienda contratar deuda a largo plazo (Pidiregas) para así maximizar la recaudación predatoria a Pemex, que en 2007 significó un monto de 60 mil millones de dólares” (José Luis Apodaca Villarreal, japodaca@ prodigy.net.mx). Y sobre la cantinflesca oratoria del inquilino de Los Pinos: “de las palabras del señor Calderón, dichas ante ciertos banqueros se desprende que si el michoacano no es capaz de hablar correctamente para darse a entender, menos tendrá la capacidad de gobernar, administrar y presidir una nación. Haiga sido como haiga sido, habló ante sus iguales en conocimiento de la gramática normativa. Con dirigentes y banqueros de esa calaña, que Dios nos encuentre confesados”. (Profesor José Luis Salas, jlsalas30@yahoo.com.mx).

Editorial de hoy en La Jornada:

Petróleo: la oposición a la consulta

La titular de la Secretaría de Energía, Georgina Kessel, aseguró anteayer que la consulta ciudadana en torno a la reforma petrolera, convocada por el jefe de Gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, y que se realizará el próximo 27 de julio, no será tomada en cuenta por el Senado de la República, dado que ya existe un compromiso para que el 22 de ese mismo mes, una vez concluidos los foros de discusión que se celebran en la casona de Xicoténcatl, los legisladores comiencen a dictaminar las iniciativas presentadas el pasado 8 de abril por el Ejecutivo federal.

Por principio de cuentas, la pretensión de comenzar los dictámenes legislativos una vez que concluyan los debates petroleros reviste una inconsecuencia mayúscula que contraviene el espíritu original de dichas reuniones de discusión. En efecto, la demanda de la realización de tales ejercicios obedeció a la opacidad con que se venía conduciendo el gobierno federal en torno al tema, y a la necesidad de sentar las bases para una discusión sana y plural, con base en la cual la sociedad en su conjunto pudiera asumir una postura respecto de la propuesta presidencial. Así, el paso natural a seguir sería la celebración de una consulta en la que se viera reflejada la efectividad del debate, a fin de que los representantes populares recojan el sentir de la ciudadanía y dictaminen en consecuencia, en el entendido de que, como lo dijo el constitucionalista Raúl Carrancá y Rivas en relación con las afirmaciones de Kessel: “es imprescindible que el legislador escuche al pueblo, en particular cuando se trata de un asunto tan delicado”. Queda claro, pues, que los señalamientos de la titular de Energía representan un intento más desde el Ejecutivo por romper el diálogo y subvertir uno de los principios fundamentales de las democracias modernas: el de la participación ciudadana.

Por lo demás, las declaraciones de Kessel en torno a la supuesta “inutilidad” de la consulta ciudadana abonan a los intentos discursivos del oficialismo por descalificar la convocatoria del mandatario capitalino, tanto desde el punto de vista político –se le ha llamado “táctica dilatoria”–, como desde una perspectiva legal –se ha argumentado la carencia de facultades del Ejecutivo local para realizar dicho ejercicio–. Al respecto, numerosos grupos sociales y destacadas personalidades han señalado la pertinencia e incluso la necesidad de someter a la consideración ciudadana una alteración tan grave del pacto social como el que pretende efectuar el grupo gobernante con la privatización de segmentos enteros de la industria nacional de los hidrocarburos. Como botón de muestra, ha de mencionarse lo expuesto por el ex ministro de la Suprema Corte Juventino Castro y Castro, en el sentido de que “la norma constitucional faculta al Estado a establecer procedimientos de participación y consulta popular en el sistema nacional de planeación democrática”.

Acaso la razón principal de la reticencia del gobierno federal a la celebración de la consulta sea que en la opinión pública nacional, sobre todo a raíz de los debates públicos que tienen lugar en el Senado, avanza la convicción de que las iniciativas calderonistas contradicen lo establecido en la Constitución, y que son inviables desde los puntos de vista legal, económico y hasta político. En ese caso, lo ideal sería que la administración en turno repiense su estrategia, desista de sus intenciones privatizadoras y transite hacia una visión de Estado en el manejo de los recursos energéticos. Con los asertos de Kessel, en cambio, la actual administración revela su premura por entregar la industria petrolera a manos privadas, desacredita a priori un ejercicio popular deseable y necesario, y deja entrever, con ello, su carácter autoritario y antidemocrático.

viernes, 27 de junio de 2008

Boletín # 42

Un dato que subraya la calidad de los que han acudido a nuestro estado a promover la defensa del petróleo como defensa nacional, es la participación de dos de ellos en el décimo tercer debate que sobre la reforma petrolera se desarrolla en el Senado de la República.

Este jueves 26 de junio pudimos apreciar la brillante argumentación de Mario Di Costanzo que con su conocimiento en temas hacendarios desenmascaró el nocivo papel que la Secretaría de Hacienda ha jugado en el atrofiamiento de la industria petrolera.

Otro brillante expositor en el Senado fue el Dr. en economía del petróleo Fluvio Ruíz Alarcón, quien explicó la manera mediante la cual la política fiscal respecto a PEMEX está diseñada para que nuestra industria petrolera no se convierta en la palanca de desarrollo nacional.

Como seguramente lo recuerdan los que le han dado seguimiento a nuestra actividad en defensa del petróleo Mario Di Costanzo y Fluvio Ruíz Alarcón fueron dos de los primeros expositores que trajimos a Zacatecas. Con los argumentos de ambos entendimos con claridad que la Secretaría de Hacienda le quita los recursos a PEMEX para no cobrarle impuestos a los monopolios y trasnacionales que se benefician de un trato de excepción, trato que ha significado una enorme desventaja competitiva para la inmensa mayoría del sector privado mexicano.

En otro orden de ideas, convocamos a todos los comprometidos en la defensa del petróleo que estén en condiciones de viajar, a hacerlo el próximo domingo 29 de junio a la ciudad de México a participar en la asamblea que tendrá verificativo a las once de la mañana de ese día en el zócalo del Distrito Federal.

Los mexicanos ahí congregados acordaremos una estrategia para organizar la consulta a los ciudadanos en torno al petróleo, consulta que establecerá un precedente saludable en un país que como el nuestro, no nos hemos liberado del agobio autoritario en el que unos cuantos toman las decisiones que nos corresponden a todos.


Zacatecas, Zac., 27 de junio de 2008

Consejo Zacatecano para la Defensa del Petróleo

Opinión de Luis Javier Garrido en La Jornada

El debate

El repudio que se está produciendo en los más amplios sectores del pueblo mexicano a la iniciativa del gobierno de facto para privatizar la industria petrolera nacional está abriendo un escenario cada vez más crítico para Mouriño y Calderón, que aún deben enfrentar el resultado de la consulta nacional que se avecina.

1. La movilización popular en defensa del petróleo mexicano ha logrado en el curso de unas cuantas semanas abrir un debate sin precedentes en torno al intento del gobierno calderonista por privatizar de manera anticonstitucional y en contra de los intereses de los mexicanos la industria petrolera nacional, el cual está impactando a los más amplios sectores del país y en particular a la llamada “clase política”, al ser implícitamente también una reflexión colectiva sobre el proyecto de país que quieren los mexicanos, por lo que está sentando un precedente en la vida legislativa y política del país que era muy difícil imaginar hasta hace muy poco.

2. La historia legislativa mexicana, en particular, no registra ningún otro caso en el que un paquete de iniciativas legales haya sido objeto de una discusión tan amplia en la sociedad, pero tampoco registra, a la vez, ningún otro caso de repudio tan absoluto a un proyecto legislativo.

3. Al iniciarse 2008, Mouriño y Calderón estaban confiados en que la contrarreforma energética fraguada a espaldas y en contra de los mexicanos podía ser aprobada fast track por el Congreso de la Unión, al contar presuntamente con los votos priístas necesarios, y habiéndose diseñado una campaña de desinformación en los medios para engañar a todo mundo, por lo que podrían de manera muy fácil cumplirle su ofrecimiento a las multinacionales con las que ya habían negociado la entrega de la industria petrolera del país. Unas cuantas semanas después, a consecuencia de la movilización social y del debate que logró abrir, el respaldo priísta a la aberrante propuesta de Mouriño y Calderón está en el aire, y en amplísimo sectores se conoce ya que Felipe Calderón ha estado mintiendo de manera sistemática al pueblo de México sobre la naturaleza de las iniciativas y que éstas no buscan otra cosa que privatizar la principal industria del país.

4. El proceso que se ha desencadenado en México es consecuencia de la movilización popular y de la toma de las tribunas en las dos cámaras legislativas en el mes de abril, y ésa es ya la principal lección para el futuro inmediato de la nación: que las acciones de resistencia civil tienen enorme fuerza cuando son respaldadas por un amplio movimiento popular. El proyecto del gobierno de facto de hacer pasar sigilosamente la contrarreforma en materia petrolera como una serie de medidas tendientes a “modernizar” a Pemex y sin que nadie se enterara de lo que se pretendía se vio frustrado y, en vez de verlo aprobado hacia el 22 de abril, como lo habían ordenado, Mouriño y Calderón han tenido que enfrentar desde entonces una creciente oleada de denuncias por todos los aspectos entreguistas de su propuesta, que configuran con claridad el delito de traición a la patria.

5. Las siete iniciativas de Los Pinos en materia petrolera no sólo no están conduciendo hasta ahora a privatizar la industria petrolera mexicana, como se lo había prometido Calderón a grandes consorcios trasnacionales, sino que están, por el contrario, revirtiéndose contra el espurio morador de Los Pinos, quien aparece con una nitidez mayor ante millones de mexicanos no sólo como un mentiroso, sino como un coyote más que pretende encabezar a un grupo de corruptos coludidos con empresas extranjeras y ansiosos de beneficiarse de la privatización: desde sus cuñados, Mouriño, Reyes Heroles y los Bribiesca, hasta una serie interminable de empresarios-políticos.

6. El principal logro del Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, impulsado por Andrés Manuel López Obrador, ha sido desde entonces contribuir de manera determinante a que amplísimos sectores de mexicanos discutan sobre el tema. Nadie puede ya creer ahora el cuento de que los cambios legales que se buscaban eran para “modernizar” a Pemex y traer beneficios sin cuento para los mexicanos. La movilización social hizo posible que en muy poco tiempo, a pesar del perverso papel de la mayoría de los medios, y en especial de Televisa y Tv Azteca, que no han dejado de desinformar en este lapso sobre la propuesta, los mexicanos se fueran enterando de todos los aspectos de un proyecto que no busca otra cosa que desmantelar Pemex y crear una industria petrolera privada en manos de las multinacionales.

7. La propuesta oficial ha recibido en estas semanas una propaganda descomunal, pero significativamente no ha tenido defensores, por la sencilla razón de que no puede tenerlos, pues carece de una razón histórica.

8. El aspecto más sorprendente de los Foros de Debate sobre la Reforma Energética en el Senado –que han sido vistos por millones, a pesar de estar restringidos al canal del Congreso–, de las Mesas de Debate en la UNAM –que han constituido, a su vez, un acontecimiento sin precedente en la historia universitaria–, y de los actos organizados en otras universidades de la República, que muestran un interés creciente por lo que está aconteciendo, lo constituye no nada más el contundente rechazo a la contrarreforma calderonista de la mayor parte de los expositores, sino la inexistencia de argumentos de aquellos que han pretendido defenderla.

9. El otro impacto de lo que acontece es el que no se puede medir, pues se desarrolla tras bambalinas: es el debate intenso en la cúpula del PRI: entre los que desean por interés seguir fungiendo como alcahuetes de Calderón y los que todavía tienen una visión del Estado y de la nación, y el resultado de este debate se conocerá muy pronto.

10. Al margen de lo que acontezca en la “clase política”, todo indica que se impondrá la sensatez y el sentido común del pueblo mexicano frente a la sinrazón de quienes entienden el poder como un botín.

México S.A.

Carlos Fernández-Vega
La Jornada 27 d ejunio 2008

■ Rapiña del gobierno sobre Pemex

■ Regímenes especiales protegen a corporativos

Una desesperada defensa de la privatización petrolera es la que ayer intentaron hacer los enviados calderonistas, oficiales y oficiosos, en su afán de defender lo indefendible o, lo que es lo mismo, la “reforma” que sobre la materia envió el inquilino de Los Pinos al Congreso. Tales heraldos, al abordar uno de los temas torales del debate que se desarrolla en el Senado de la República (el régimen fiscal de Pemex), se animaron a decir que a la paraestatal no le han faltado recursos para invertir y que el problema de dicha empresa no es la asfixiante carga tributaria, sino su ineficiencia.

Sólo la intervención de otro de los ponentes en el referido debate enfocó el tema hacia donde necesariamente debe moverse la atención del Legislativo para entender de qué trata el asunto y dónde está el nudo: sin una reforma fiscal real y a fondo, que involucre a los grandes corporativos que en el país se mueven como pez en el agua (nacionales y extranjeros), que combata efectivamente evasión y elusión fiscales, que acabe con los regímenes especiales y que reconstruya el poco eficiente sistema tributario nacional, nada de lo que fiscalmente hagan con Pemex será efectivo.

Año tras año, parche tras parche, las decisiones fiscales se orientan a exprimir cada vez más a los causantes cautivos y, en contraparte, a facilitar nuevas rutas de salidas para el incumplimiento tributario del gran capital. Resultado concreto: un vergonzoso cuan ínfimo nivel de captación, el menor entre los países de la OCDE. Lo peor del caso es que no sólo insisten en esa desvencijada fórmula, sino que ahora aseguran que es por el bien de la nación.

Ninguna empresa en el mundo, por sólida y eficiente que sea, puede soportar una carga tributaria equivalente a 105 por ciento de sus utilidades anuales, contra 4 u 8 por ciento que, cuando bien va, cubren los grandes corporativos privados. Ni la más plantada y eficiente, pero a juicio de los referidos heraldos con el espeluznante régimen fiscal que somete a Pemex, sobran recursos para invertir en tecnología de punta. No se trata de exentar a la paraestatal, que la empresa más importante de México y América Latina deje de pagar impuestos, sino de que cumpla con su parte, pero que se quede con un remanente para invertir (de verdad) y evite su permanente cuan indiscriminado endeudamiento.

Para refrescar la memoria de los optimistas heraldos, vale la pena recordar lo que en este espacio hemos documentado: al cierre de 2007, por ejemplo, los rendimientos petroleros antes de impuestos sumaron más de 660 mil millones de pesos. Pero llegó la depredadora Secretaría de Hacienda y se quedó con todo ese dinero, más 16 mil 127 millones que la paraestatal sin más remedio obtuvo por medio de endeudamiento, según las cifras definitivas de la empresa. El saqueo es indiscutible, pero a pesar de lo anterior Pemex asegura que tuvo “pérdidas” por 16 mil 127 millones de pesos en el ejercicio (2007) que “se explican principalmente por mayores compras de productos de importación”, y no como resultado de la rapiña del gobierno federal.

De 1998 a 2007 el gobierno federal, por medio de Hacienda, ordeñó hasta el último centavo de rendimientos petroleros (alrededor de 3.7 billones de pesos en el periodo), más una “sobre cuota”, por darle nombre, no menor a 100 mil millones (que Pemex cubrió con endeudamiento), hasta totalizar poco más de 3.8 billones de pesos. En esos diez años se obtuvieron 3.7 billones de pesos en rendimientos petroleros (más los mencionados 100 mil millones), de los que poco más de 80 por ciento (3.1 billones) se registraron en el sexenio foxista y en el primer año del calderonista. La diferencia se cubrió con endeudamiento de la paraestatal, y su impacto en el desarrollo nacional brilla por su ausencia.

A pesar de ello, hay quien asegura que alcanza para invertir.

Las rebanadas del pastel

Otra raya al tigre: “resulta que ahora los banqueros están tan, pero tan preocupados por el bienestar de mi economía familiar que hasta realizan los pagos de mis tarjetas de crédito, sin mi autorización, para que no me cobren (ellos mismos) interés moratorios. Tuve la osadía de no pagar a tiempo (viernes pasado) mi tarjeta de crédito Bancomer, por los motivos que gusten, pero el caso es que el lunes a primera hora realicé un depósito de 3 mil pesos, superior al pago mínimo requerido, y para mi mala suerte en el lugar donde trabajo me depositan mi salario en una tarjeta de débito del mismo Bancomer, y de la manera más arbitraria tomaron sin mi consentimiento el dinero que tenía en mi tarjeta de nómina para cubrir el mínimo en la de crédito. Al percatarme que los recursos que yo supuestamente tenía habían desaparecido, me di a la tarea de hablar en primera instancia a la línea Bancomer, donde después de unos 10 minutos me pudieron decir que habían ‘domicializado’ mi dinero a la tarjeta de crédito. Les subrayé que yo no había autorizado tal cosa, y que quería mi dinero de vuelta, a lo que se limitaron a indicarme que en la sucursal 23, en la calle de Florencia, me podrían dar una explicación. Allí el funcionario que me atendió me dijo que el asalto a mi nómina fue para que no me cobraran intereses (¡qué considerados!), que si quería recuperar mi dinero lo sacara de la tarjeta de crédito, obviamente con lo que implicaría esto. Es realmente indignante que estos barones del dinero cometan atracos con total impunidad ante los ojos de las autoridades sin ninguna sanción. Eso sí: cuando se trata de ‘salvar’ a los banqueros (Fobaproa) son las primeras en saltar” (Alejandra Mendieta, alexmendieta@hotmail.com)... Por cierto, en amena reunión con directivos de Bancomer un egresado de la Universidad Cantinflas dejó en claro lo siguiente: “tengo un gran afecto por esta institución, no por otra cosa, sino que, por muchas cosas, pero por una” (súper sic coleccionable de Felipe Calderón en la comida con los consejeros regionales de BBVA, 25 de junio)… Hoy en el Club de Periodistas de México se llevará a cabo el décimo Foro Pemex: Privatizaciones, derechos humanos y sociales, con Celeste Sáenz de Miera y José Manuel Orozco como moderadores. La cita es a las 18 horas.

jueves, 26 de junio de 2008

Opinión de Enrique del Val Blanco en El Universal

La Europa de la vergüenza

26 de junio de 2008



Durante el siglo pasado, particularmente durante la segunda mitad, Europa era un ejemplo del Estado de bienestar y la protección de los derechos sociales. En muchas otras partes del mundo era ejemplo, era el objetivo a lograr. Hoy se ha convertido, o mejor dicho la han convertido sus actuales dirigentes, en un continente de vergüenza y que en muchas ocasiones produce asco.

El primer golpe ha sido la llamada “directiva de inmigración”, que choca con toda una tradición y que viola los derechos humanos al impedir la libre circulación y, lo que es peor, otorga la posibilidad de tener a inmigrantes en centros de detención hasta por 18 meses sin juicio, es decir, un Guantánamo europeo. Algunos países dicen que no es para tanto ya que no los tendrán tantos meses. Es el caso, vergonzoso y que da pena, de España, que dice los tendrá sólo hasta por dos meses. En este caso es más grave y preocupante pues han sido los diputados del PSOE los que han votado, junto con la derecha, a favor de esta directiva. Por lo visto el actual gobierno de socialista no tiene nada, es meramente acomodaticio.

Los países latinoamericanos más afectados por esta directiva van a suscribir una propuesta conjunta en la próxima reunión del Mercosur ya que, como algunos dirigentes han dicho, esta directiva “es la del bochorno”. Mientras nuestros compatriotas latinoamericanos y los africanos eran útiles —en el sentido de que hacían las peores y más mal pagadas labores—, eran bienvenidos, pero ahora que tienen un freno económico hay que echarlos fuera.

Una vez más esta Europa colonizadora, salvaje y explotadora de las materias primas de nuestros continentes revela su intolerancia y racismo. Bienvenidos los inmigrantes que jueguen bien el futbol, hasta les otorgan la nacionalidad, como estamos viendo en la Eurocopa, pero hasta aquí llega la bondad.

Otra directiva que es verdaderamente sorprendente en una Europa donde la duración media del trabajo era de 48 horas a la semana —e incluso en algunos países, como en Francia, se había aprobado la semana de 35 horas—: ahora el Consejo de la Unión Europea ha aprobado la posibilidad de que por medio de acuerdos individuales entre el trabajador y el empresario se puedan rebasar dichos límites hasta llegar a 65 horas a la semana. Esta posibilidad es de un cinismo enorme, porque parte de un principio absurdo: creer que en el capitalismo el asalariado tiene la libertad real de negociar con sus patrones.

La política económica hoy en Europa basa el crecimiento en el neoliberalismo, eliminando cualquier posibilidad de un desarrollo equitativo y una justa distribución de la riqueza. El libre comercio, la libre circulación de capitales, la expansión hacia los países del tercer mundo son las directivas que en conjunto han decidido. Es una lástima y una mala señal para nuestros países que la gran esperanza de que Europa pudiera hacer algo diferente en el capitalismo se está convirtiendo en la negación más absoluta del Estado de bienestar que tanto presumían y por el que tantos han luchado por años.

Esperemos que las nuevas generaciones de esos países rebasen a sus actuales líderes, ya que por lo visto hoy todos son iguales, y logren retomar la idea civilizadora y defensora de los derechos sociales, de cuya fama siempre eran orgullosos. Hoy Europa es el ejemplo a no seguir.

Analista político y economista

México S.A.

Carlos Fernández-Vega
La Jornada, 25 de junio 2008

■ La privatización de las ganancias deriva en la socialización de las pérdidas

No es la primera vez que se registra, pero en el debate de ayer en el Senado de la República ciertos ponentes intentaron reivindicar lo que llamaron “grandes logros” y “buenos resultados” de la política privatizadora seguida a lo largo de los últimos 26 años en México, la misma que, faltaba más, insisten en aplicar en Petróleos Mexicanos. Dicho así, con entusiasmo de los panegiristas –un funcionario calderonista entre ellos– pero sin aportar mayores elementos, algunos incautos podrían caer en el garlito y compartir tal aseveración, aunque si se documenta de qué se tratan esos “logros” y “resultados” el discurso rápidamente termina en el bote de la basura, al igual que, para efectos sociales, la misma política privatizadora.

Para no darle muchas vueltas al asunto, la Cepal nos regala un ilustrativo paseo por algunos de los resultados concretos de la privatización en México, y de lo que los promotores de ésta pomposamente han llamado “alianza público privada”, un calificativo que resulta más fácil de entender, que no de digerir, si se recurre a una sentencia más exacta: alianza para privatizar las ganancias y socializar las pérdidas. Tomen sus asientos:

Con el nuevo modelo económico (de Miguel de la Madrid en adelante), el Estado abandona su función de agente del desarrollo y en gran medida subordina su acción a las necesidades del empresariado. En primer lugar, la crisis de 1982 afectó de manera radical los recursos financieros del Estado y dio el golpe final al modelo económico de sustitución de importaciones. A partir de esa fecha, llega al poder una clase política favorable a los intereses empresariales que considera que el eje de la economía debía ser el empresariado y no el Estado.

El proceso de privatización (especial, pero no únicamente, en la etapa salinista) no sólo dio preferencia a ciertos individuos, sino que en muchos casos se llevó a cabo a partir de decisiones que reflejan acuerdos informales y poco transparentes entre el vendedor y el adquirente, como fue el caso de Aeroméxico o la venta de Cananea al Grupo Minera México (Germán Larrea). En otras ocasiones estableció condiciones que permitieron pasar de un monopolio estatal a uno privado, en una situación de privilegio: como fue el caso de Telmex. Muchos de los beneficiarios de esta política fueron los dueños de los grupos económicos (en muchas ocasiones familiares), que ocupan los principales puestos de representación de las organizaciones más influyentes del sector privado (Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, la Asociación de Banqueros, la de Instituciones de Seguros), que a inicios de los noventa sumaban apenas 121 personas, que controlaban los hilos de la representación y el poder de negociación del sector privado. De hecho, desde la campaña presidencial salinista, miembros notables del CMHN participaron en la Comisión de Financiamiento del PRI y luego como asesores en el gobierno de Salinas (Claudio X. González, por ejemplo).

Las políticas económicas seguidas hasta mediados de los 80 dieron lugar a una gran concentración económica en pocos consorcios. Se esperaba que la concentración de la economía mexicana se redujera, una vez que el gobierno aplicara políticas económicas liberales y se alejara de las políticas proteccionistas. Sucedió lo contrario: la privatización salinista sentó las bases de una mayor concentración de la economía nacional debido a la forma en que se realizaron las privatizaciones y por la debilidad de la regulación sectorial, así como la ausencia de un ente estatal de competencia (hasta 1992) y su fragilidad, una vez creado.

El proceso privatizador y una política deliberada del gobierno de Salinas para fortalecer algunos grupos económicos nacionales, acentuó el proceso de concentración que se venía dando desde los años 60. Esto resultó en la creación de monopolios u oligopolios que los gobiernos siguientes no han sido capaces de controlar, y que conforman uno de los principales obstáculos a la competitividad de la economía mexicana. Tampoco el aparato judicial mexicano ayudó a “democratizar” los mercados.

El asunto de los monopolios privados es igualmente delicado. La privatización de Telmex preservó la integración vertical de la empresa y creó barreras legales para la entrada de otras compañías; se estableció un periodo de exclusividad de seis años para explotar el servicio de larga distancia nacional e internacional. Esto se refleja en costos de telefonía significativamente más elevados que en otros países de América Latina, en especial para los negocios.

El caso del sistema bancario es similar; las “reformas” que se efectuaron a raíz de la crisis de 1994-1995 dieron lugar a una concentración muy importante del sistema: la participación de los cinco bancos más grandes (ahora en manos de capital extranjero) creció de 74 a 88 por ciento en 2001. Pero la privatización y compra de los bancos por grupos financieros extranjeros no redujo los costos de intermediación ni se facilitó la obtención de los créditos. Mientras el crédito comercial está estancado desde 2001, el crédito al consumo (tarjetas de crédito, principalmente) presenta un repunte muy importante, consecuencia de los altos márgenes de intermediación. Por el contrario, hoy la mayor parte de las empresas no tiene acceso al crédito, lo que se refleja en que la falta de acceso al financiamiento sea considerada el tercer problema de los empresarios (encuesta CEESP, con 84 por ciento de respuestas). La “solución” Fobaproa que el gobierno zedillista dio a la crisis resultó demasiado generosa y desestimuló el préstamo bancario al sector privado. Como ilustración: para junio de 2000, 23 por ciento de los intereses totales de los bancos provino de los bonos Fobaproa.

Las rebanadas del pastel

Mañana seguimos con los “grandes logros” y los “buenos resultados” de la privatización en el país… En uno de los párrafos del México SA de ayer un “duende” de redacción –comúnmente llamado dedazo– se “comió” buena parte de las utilidades acumuladas por la banca. Así, la cifra correcta es 285 mil millones de pesos y no 85 mil, como apareció publicada en el referido párrafo. Mis disculpas por el dedazo., que de cualquier suerte no hace menos jugoso el negocio de los banqueros.

México S.A.

Carlos Fernández-Vega
La Jornada, 26 de junio 2008

■ Vergonzosa concentración del ingreso y nulo crecimiento gracias a privatizaciones

A 26 años de iniciada la venta de garaje en el país, entregada la economía prácticamente en su totalidad a la iniciativa privada y con un gobierno minusválido, que actúa más como gerente de los grandes corporativos que como representante de la sociedad, el “logro” mayor de la política privatizadora es que en ese periodo la tasa anual promedio de “crecimiento” del PIB es apenas superior a 2 por ciento anual, y los “buenos resultados” equivalen a una vergonzosa concentración del ingreso y la riqueza, el acelerado déficit de empleo, los salarios magros y la abultada deuda social, entre otros.

Seguimos con el tour que por cortesía de la Cepal iniciamos ayer en este espacio, en cuyo análisis sobresale el señalamiento de que el Estado, desde finales de 1982, abandona su función de agente del desarrollo nacional y en gran medida subordina su propia acción a las necesidades del empresariado (el de pedigrí, fundamentalmente). A partir de esa fecha, subraya, llega al poder una clase política favorable a los intereses empresariales, que considera que el eje de la economía debía ser el capital privado y no el Estado. Y allí se mantiene.

Al igual que lo sucedido con la banca, telefonía, ingenios azucareros, minas, concesiones carreteras y demás sectores económicos entregados a y concentrados por los amigos del inquilino de Los Pinos en turno, la Cepal recalca que la protección gubernamental se repite en el caso del cemento mexicano, “que es de los más costosos del mundo” (léase Cemex, de Lorenzo Zambrano, uno de los multimillonarios Forbes). Tal cobertura impide, muchas veces de manera informal y poco ortodoxa, que llegue cemento importado al mercado mexicano. Los altos precios en el mercado nacional parecen permitirle mantener bajos precios a nivel internacional, en ocasiones por debajo de sus costos, como se desprende de una acusación que productores de Estados Unidos hacen en contra de la empresa. Sus ganancias en México le han permitido adquirir varias empresas en Estados Unidos, Gran Bretaña y China, convirtiéndolo en el mayor fabricante de cemento en Estados Unidos y el primero en el mundo.

Por su parte, Mexicana y Aeroméxico (en varias ocasiones “rescatadas” por el erario y reprivatizadas una vez “saneadas” sus finanzas) mantuvieron por muchos años un duopolio que significaba altos precios de la transportación aérea al interior del país, fenómeno que se ha limitado, aunque no eliminado, con la reciente desregulación que facilitó la aparición de otras aerolíneas de bajo costo. No obstante, el duopolio aún se mantiene en las rutas menos comerciales. A su vez, dos cerveceras (FEMSA y Modelo) controlan 99 por ciento del mercado local, dos televisoras la casi totalidad del mercado, al igual que seis familias en el negocio de la radio, y una cadena comercial, Wal-Mart, alrededor de 50 por ciento de la distribución.

En gran medida, subraya la Cepal, la concentración de la economía se ha convertido en un obstáculo al desarrollo porque se incumplió la “segunda parte de la racionalidad” de Salinas: la integración en cadenas productivas que generen mayor valor agregado. Esto, porque los grupos empresariales más exitosos son industrias tradicionales (a diferencia de lo que sucedió en los países del sudeste asiático), con bajo valor agregado, que no constituyen factores de arrastre y encadenamiento de otras industrias. Otros grupos, de sectores con mayor valor agregado, siguieron una estrategia de creación de sus propias proveedoras en lugar de recurrir a la subcontratación; algunas de las más cercanas a Estados Unidos realizan la mayor parte de sus subcontrataciones y proveedurías en ese país. Estos grandes conglomerados mexicanos son frágiles: el que tengan que buscar recursos financieros en el exterior los hace más vulnerables a una crisis de la tasa de cambio en el país.

A todas luces “se favorecieron algunos grupos económicos poderosos, estrechamente vinculados con las asociaciones empresariales más dominantes, que afectan la competitividad de la economía nacional por su carácter monopólico u oligopólico”. Es posible considerar, anota, que los grandes conglomerados mexicanos compiten en el extranjero con base en ganancias extraordinarias obtenidas en el país, a expensas de los demás empresarios y los consumidores, con lo que la alianza público-privada que ha existido hasta el presente ha ayudado a distorsionar la economía, dejando fuera a la gran mayoría del sector productivo. De esta forma, 95 por ciento de la planta industrial (constituida por micro, pequeñas y medianas empresas) enfrenta cada vez más dificultades para competir en el propio mercado interno, con muy poco acceso a crédito bancario, enfrentando altos precios de los energéticos, telecomunicaciones y transporte, entre otros. A pesar de contar con prestigiosos bancos extranjeros, éstos no se comportan en la forma competitiva como lo hacen en sus países de origen, otorgan pocos créditos, exigen demasiadas garantías y tienen elevados costos de intermediación.

En resumidas cuentas, concluye el tour de la Cepal, el modelo económico establecido en México a partir de los 80 no ha logrado disminuir el desempleo, el subempleo y la pobreza, así como la desigual distribución del ingreso. Por el contrario, estos problemas han aumentado.

Las rebanadas del pastel

De la lectoría y los ¡monopolios de película!: “no sé si sólo sea un fenómeno local, pero hace unos años dejaron de existir las pequeñas salas de cine en Ensenada, sobreviviendo solamente los multicinemas Cinema Star. Hace poco más de un año llegó a esta ciudad Cinépolis, con lo que tuvimos un periodo breve de dos grandes multicinemas. Recientemente, hará dos meses, Cinema Star fue ‘absorbida’ por Cinépolis, con lo que sólo quedó una sola compañía dueña de los dos multicinemas (uno en el centro, otro en el sur de la ciudad). En Internet se siguen anunciando los dos multicinemas, pero a los que teníamos tarjeta de membresía de Cinema Star nos la recogieron y nos dijeron que ya había cambiado de dueño. Le comento esto porque creo que hay una ley antimonopolio en el país, que en este caso parece letra muerta” (Dr. Jaime Sánchez García, investigador titular CICESE-DET, Ensenada, B.C., jasan@cicese.mx).

Opinión de Jorge Eduardo Navarrete en La Jornada

Unitización, ¿por qué?

Este novedoso barbarismo ha circulado en el actual debate sobre los yacimientos transfronterizos. Lo usan quienes prefieren transliterar vocablos por lo general del inglés, ignorantes de los castellanos que expresan con precisión el concepto, “unificación” en este caso. Al convenir el régimen de explotación de un manto compartido, los gobiernos, las compañías o unos y otras han acordado, en algunos casos, unificarlos para simplificar su aprovechamiento. Suele considerarse que de este modo se facilitan las decisiones respecto de la administración del recurso, se abaten algunos costos y se optimiza la operación; se maximiza la renta económica.

La unificación es más común entre empresas petroleras que comparten yacimientos que atraviesan los límites de bloques o áreas que han recibido en concesión. Permite que una de ellas se haga cargo de la explotación y entregue a la(s) otra(s) alícuotas del producto obtenido o su equivalente en efectivo. Existen también entendimientos de unificación entre gobiernos, sobre todo cuando existen diferencias en los regímenes legales respectivos. No abundan los ejemplos de acuerdos de unificación entre un gobierno o una compañía petrolera estatal y una empresa privada trasnacional. Los elementos de equidad y simetría necesarios para dar certidumbre operativa al acuerdo resultan más difíciles de reunir en este último caso. Sin embargo, al debatir este tema en el Senado no faltó quien recomendara la vía de los acuerdos de unificación para la explotación de los yacimientos transfronterizos entre México y otros países, Estados Unidos en primer término. Cabe entonces preguntar: unificación, ¿por qué?

En el diagnóstico que supuestamente fundamenta las iniciativas de reforma petrolera se incurre en una serie de imprecisiones deliberadas al discutir los yacimientos bajo aguas profundas mexicanas y los depósitos compartidos o transfronterizos. Al examinar, con gran detalle, el cúmulo de desafíos físicos, técnicos y operativos que es necesario vencer para explotar campos submarinos bajo tirantes de agua superiores a los 500 metros, se transmite la impresión de que el régimen de explotación aplicable a unos y otros, por estar ambos situados en aguas profundas, debería ser similar y debería estar regido por el principio de unificación. Además, se enfatiza el riesgo de que la porción correspondiente a México de algunos depósitos compartidos pueda verse afectada o ser extraída ilegalmente, desde el otro lado de la frontera, si no se definen cuanto antes los criterios y políticas aplicables a la explotación de todos los mantos ubicados bajo aguas profundas.

Se hace notar, por ejemplo, que la práctica internacional consiste en que las operaciones de producción de hidrocarburos en aguas profundas “se llevan a cabo siguiendo esquemas que involucran que varias empresas aporten capacidades distintas” (p. 69) e implícitamente se recomienda que éste sea el sistema que se aplique en el caso mexicano, tanto en los transfronterizos como en el resto de los depósitos bajo aguas profundas. Al mismo tiempo, el propio diagnóstico se empeña en demostrar que Petróleos Mexicanos carece casi por completo de los recursos financieros, técnicos, humanos y organizativos que le permitirían incursionar con éxito en la explotación de esos yacimientos y que su experiencia en aguas profundas es en extremo limitada. Cabe preguntarse entonces, además de los hidrocarburos, ¿qué capacidades aportaría Pemex en los esquemas cuya adopción se sugiere?

Es importante abandonar esta otra unificación que induce a suponer que los acuerdos o asociaciones indispensables para la explotación de los depósitos compartidos deberían orientar también la explotación de los mantos bajo aguas profundas del mar patrimonial mexicano. A nadie escapa –como quedó claro en el debate en el Senado– que es indispensable que se inicien las negociaciones diplomáticas relativas a definir un régimen para el eventual aprovechamiento de los yacimientos transfronterizos, en especial con el gobierno de Estados Unidos. Hay que tratar de recuperar el tiempo perdido por la incuria gubernamental mexicana desde el inicio del siglo, cuando se concluyó el tratado de delimitación territorial.

Es concebible, por ejemplo, que los gobiernos encarguen al Instituto Nacional de Geografía, Estadística e Informática y al Servicio Geológico de Estados Unidos la delimitación de los yacimientos en cuestión, a partir de la información disponible, que proviene casi en su totalidad de la segunda de estas entidades. Habría que convenir, además, que en tanto no se concluya esta delimitación no podrán realizarse, por ninguna de las dos partes o por agentes de ellas, actividades de perforación que tengan un propósito distinto al de contribuir a una delimitación y caracterización morfológica más precisas de los depósitos potencialmente transfronterizos. Más tarde, será necesario definir un acuerdo de explotación específico para cada uno de los mantos compartidos localizados y delimitados, a partir de una manifestación de interés de la parte extranjera. Dada la desventaja tecnológica y de capacidad de gestión no corresponde al interés nacional impulsar una pronta explotación de los yacimientos transfronterizos.

Es claro que México debe asegurarse de que se impida la explotación ilegal de esos yacimientos, pero no tiene razón alguna para promover su explotación. Sobre todo, conviene no olvidar que el diagnóstico reconoce que, en el horizonte de 2021, sin incursionar en aguas profundas, la plataforma de producción se situaría en unos 2.6 millones de barriles de crudo, inferior a la actual, pero “permitiría cubrir los requerimientos domésticos [es decir, nacionales] de ese hidrocarburo para producir los petrolíferos que se demandarían internamente, particularmente, gasolinas” (p. 56). Es claro, entonces, que la explotación de las aguas profundas se propone para acentuar aún más el excesivo sesgo exportador. ¿Unificación? Sí, para atender los intereses de Estados Unidos.

miércoles, 25 de junio de 2008

Editorial de hoy en La Jornada:

El destino de la renta petrolera

Los foros de discusión sobre la reforma de la industria petrolera que se llevan a cabo en el Senado de la República desde el pasado 13 de mayo siguen poniendo en entredicho la viabilidad constitucional, legal y política del conjunto de iniciativas enviadas por el titular del Ejecutivo federal a Xicoténcatl el pasado 8 de abril. Ha quedado claro que en tales propuestas se pretende avanzar en la privatización de segmentos enteros de la industria nacional de los hidrocarburos mediante modificaciones a una ley secundaria que, alterada de esa manera, resultaría contraria al artículo 27 de la Constitución, y se ha manifestado la necesidad de atender con mayor profundidad, y con visión de conjunto y espíritu nacional, las causas originarias de las problemáticas que enfrenta en la actualidad Petróleos Mexicanos (Pemex).

Ayer, en los foros referidos, prácticamente todos los ponentes arribaron a la misma conclusión: es necesario destinar las cuantiosas ganancias obtenidas por la venta de crudo al desarrollo de la paraestatal y no al gasto público del gobierno federal –lo que ha sido usual en las recientes administraciones–, porque sólo en esa medida puede lograrse que el petróleo se convierta en palanca del crecimiento del país.

Al respecto, Rogelio Gasca Neri, ex funcionario con una destacada trayectoria en la administración pública federal –fue director general de la Comisión Federal de Electricidad y subsecretario de Energía, Hacienda y Programación y Presupuesto, entre otros cargos–, afirmó que para apuntalar la industria petrolera es necesario terminar con los vicios actuales, entre ellos el mal manejo de la renta, que “en el sexenio de (Vicente) Fox no se fue a la inversión, sino que se derrochó en gasto corriente”.

Los señalamientos del ex funcionario cobran relevancia en la circunstancia actual, habida cuenta de que los documentos que comprenden la propuesta calderonista no plantean medida alguna que impida la repetición del despilfarro de recursos petroleros que tuvo lugar en el gobierno del guanajuatense, del que el mismo Felipe Calderón formó parte, durante un tiempo, como secretario de Energía.

Aunque en el texto mismo de la iniciativa se evidencia la intención de abrir la industria de hidrocarburos a los capitales privados, el discurso oficial niega tal propósito y asegura que su intención es impulsar la prospección, la perforación y la producción de crudo. Pero incluso en el cuestionable supuesto de que la reforma propuesta por el Ejecutivo federal lograra incrementar las exportaciones petroleras y aumentar los recursos que teóricamente se captarían por esa vía, nada garantizaría que las hipotéticas utilidades adicionales así captadas no se derrocharan de manera similar a como ocurrió en la administración pasada.

En la actualidad, el incremento en el gasto de la administración pública implica un doble despilfarro de las ganancias generadas por la venta de hidrocarburos, pues no sólo absorbe el monto de renta petrolera previsto en los presupuestos de ingresos, sino también los recursos excedentes obtenidos por los altos precios internacionales del petróleo. Como botón de muestra ha de mencionarse que de enero a septiembre de 2007 entraron 77 mil 561 millones de pesos de la exportación más de la suma original prevista, pero esos recursos extraordinarios fueron absorbidos por el crecimiento del gasto gubernamental, que fue superior en 84 mil millones de pesos respecto del mismo periodo del año previo.

Para mayor aberración, las inversiones realizadas por Pemex durante la actual administración han sido financiadas, casi en su totalidad –más de 89 por ciento–, por medio de los proyectos de inversión con impacto diferido en el gasto (Pidiregas), lo que conlleva un endeudamiento de la paraestatal con el sector privado por no poder realizar inversiones con recursos propios.

Otro asunto de suma importancia, puesto también sobre la mesa en el debate de ayer en el Senado, es la ausencia de una política fiscal eficiente por parte del actual gobierno, así como sus afanes por cubrir tal fallo con recursos petroleros. Como lo señaló el economista Arturo Huerta, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México, la iniciativa calderonista es “incompetente económicamente” porque, lejos de revertir esa situación, la ahonda: resulta inviable sostener el gasto público con base en un recurso no renovable, como es el petróleo, y no hacerlo, por ejemplo, vía el cobro de impuestos a los grandes capitales, como se hace en los estados modernos. Es de suponer que, de acelerarse el incremento en la producción de crudo –lo que supuestamente se pretende por medio de la exploración y la explotación de los yacimientos submarinos–, acabará por ahondarse la dependencia que el gobierno mexicano acusa con respecto a las ganancias petroleras, de donde provienen 40 centavos de cada peso del gasto público.

En suma, al igual que el resto de los foros de discusión sobre la reforma energética, el celebrado ayer ha mostrado la necesidad de una visión de Estado y no de mercado en el manejo de los recursos energéticos, a fin de que éstos dejen de representar sólo oportunidades de negocio inmediato, y comiencen a ser manejados como lo que son: un recurso no renovable que ha de emplearse para beneficio de la nación y de las generaciones presentes y futuras.

Opinión de Luis Linares Zapata en La Jornada

Privatizador a ultranza

Calderón, presidente del oficialismo, lo ha repetido en cuanta ocasión y foro están a su entera disposición (ampliados, claro está, por una acrítica, intensa difusión). Siempre con fingido coraje para negar sus intenciones básicas: transferir al capital privado parte sustantiva, que sería creciente, de la renta petrolera. Además, pretende con sus reformas hacer partícipes a las empresas internacionales de la rentabilidad de una buena porción de la industria petrolera, ya sea en refinación, transporte y petroquímica, básica o secundaria. A pesar de sus deprimidas condiciones en las que, por irresponsabilidad, se ha situado a Pemex, los montos de sus rendimientos en la cadena petrolera están fuera de duda. Así, Calderón se ha convertido en un agente de subasta y colocación, entre los negociantes internos y del exterior, de las partes sustantivas del enorme negocio petrolero.

Por eso ha viajado ataviado con promesas e invitaciones a los extranjeros y ha sido recibido con tantas fanfarrias. En cada tribuna ajena, con ambiciones pulcramente adornadas, propone la generación de un ambiente que reciba, con retornos asegurados, sus masivas inversiones en la industria petrolera y en la energética en general. Pemex, la CFE y demás formas alternas de energía son el campo propicio que ahora entrevé Calderón para que vengan los salvadores de esta angustiada patria de los mexicanos.

A pesar de abiertas evidencias, Calderón, subordinados, socios y asesores siguen negando sus intentos por privatizar Pemex. Afirman que no se venderá ni un solo tornillo de Pemex, como si algún tonto buscara adquirirlo. Sus palabras tropiezan, y de manera por demás torpe, con la inteligencia del auditorio que las escucha. Posteriormente el oficialismo encontró una nueva formulación para ocultar sus intenciones privatizadoras: la maquila para refinar gasolinas. Para fundamentar tal desatino, se afirma que poco importa quién es el dueño de los fierros de las refinerías o los tubos que se piensan construir, dijo, con profunda ignorancia y grosera formulación el senador veracruzano Bueno Torio, (PAN), personaje señalado como traficante de influencias y contratismo familiar. Habrá que informarle a tan notorio negociante que desde hace más de un siglo se dijo que poseer y manejar los instrumentos de producción es un vehículo adecuado para el mando, el control y la acumulación. Hay que decirle que poco importaría quién posee las sucursales, oficinas, computadoras, sistemas operativos, concesión para funcionar, captura de los recursos de los depositantes, reglas para otorgar crédito, margen de intermediación y demás parafernalia de la industria bancaria. Así, se podría decir que todo eso poco importa si el Estado tiene los órganos reguladores, normas y leyes para que la industria bancaria completa sea un impulsor del crecimiento, financiador del desarrollo y demás objetivos que se le solicitan a la banca. La realidad que en México se vive da un golpe brutal y refuta tan inocua postura.

Pero la administración de la continuidad no se siente segura de su mensaje no privatizador. No sienten que sus promesas de conservar la industria petrolera bajo el estricto control del Estado lo haya captado la sociedad. Piensan que deben reforzarlo con una campaña masiva de propaganda. Sólo así podrán desterrar de la mente colectiva los sedimentados deseos de conservar los recursos petroleros, que por valiosa herencia le pertenecen a la sociedad, con el estricto manejo de su empresa petrolera. Sólo con los espots, diseñados por comunicadores bajo consigna, se podrá inclinar la balanza colectiva en favor de los intentos reformistas que propuso Calderón. Creen los autores de la publicidad que, por repetición cancina, se convencerá a los titulares de la renta y los rendimientos empresariales de los refinados y petrolíferos derivados, para que cambien los que consideran preconceptos y hábitos trasnochados de soberanía, independencia, desarrollo autosostenido o propiedad originaria de las riquezas del subsuelo. Para lo cual poco importa la legitimidad de tal instrumento comunicativo, el altísimo gasto al que obliga, los compromisos con concesionarios mediáticos que se van adquiriendo con tal de lograr sus propósitos privatizadores, rebuscadamente disfrazados.

En el fondo, la recurrencia del gobierno a la propaganda para convencer a los mexicanos de las bondades de su proyecto privatizador y entreguista, proviene de un desprecio por el criterio propio de los ciudadanos y los visualiza como una masa inocente y tonta audiencia. La apreciación oficial los reduce a inertes individuos, sin capacidad de albedrío, ante influyentes medios de televisión y radio. Otra vez el pueblo como simple carne de uso y desuso para garantizar los grandes negocios a la vera de los recursos públicos. Por eso miente Calderón con tan frenética frecuencia ante toda clase de auditorios y utiliza la propaganda para que ya no piensen a la antigüita.

El oficialismo ha redoblado sus esfuerzos propagandísticos porque tiene pavor de la consulta popular que viene. Sabe que millones de mexicanos no han comprado sus torpes alegatos y quiere reformar a Pemex de otras maneras que aseguren una empresa integrada, que mejore su eficiencia y sea, de nueva cuenta, el pivote por excelencia para la independencia tecnológica y productiva del país.

Los que están detrás de las reformas presentadas por Calderón al Congreso son ávidos buscadores de patrocinadores que satisfagan, que aseguren, sendas carreras políticas y ambiciones individuales o grupales de poder. A ellos están dedicados los beneficios de sus propuestas de reforma. A tan conspicuos personajes se les tiene en la mira para que exploren, extraigan crudo y gas, lo conduzcan y distribuyan, lo refinen y produzcan los petrolíferos que la fábrica nacional requiere. Para ellos están diseñadas las reformas privatizadoras y entreguistas. Se quiere dejar que los grandes capitales internos incrementen sus desproporcionados privilegios y se ceda ante la voracidad de las trasnacionales energéticas.