¿Cuál es la prisa del grupo en el poder por entregar Pemex?
1. La propuesta legislativa en materia petrolera con la que Felipe Calderón ha pretendido engañar no tan sólo a los legisladores, sino sobre todo al pueblo mexicano, ha sido evidenciada en los debates de las últimas semanas como violatoria de la Constitución, absolutamente privatizadora, contraria a los intereses del pueblo mexicano y lesiva para la nación, no obstante lo cual el titular espurio del Ejecutivo ha seguido insistiendo con nerviosismo en que debe ser aprobada por el Congreso de la Unión y continúa maquinando con toda la fuerza del Estado tratando de imponerla al país.
2. El nerviosismo de Calderón, lejos de disminuir, se ha exacerbado, pues ahora ya está claro en todos los ámbitos del país que el esquema de “reorganización” de la industria petrolera mexicana preparado por su grupo, lejos de responder a los presupuestos de modernización que se anunciaron corresponden al plan de un grupo de delincuentes de Estado para apropiarse de un patrimonio fundamental de la nación: privatizando abiertamente la refinación, al igual que el transporte, el almacenamiento y la distribución de los productos, manteniendo contratos anticonstitucionales para ceder tareas de exploración y explotación, y creando un régimen de excepción a un Pemex al margen de la legalidad para permitir la entrega a pedazos de la industria.
3. El gobierno de facto no ocultó la urgencia que tenía por acelerar de manera irreversible en 2008 el proceso de privatización de la industria petrolera mexicana, y en consecuencia no ha logrado evitar que se entiendan cuáles son sus principales móviles para ello, los que van desde a) su necesidad de disponer de recursos frescos para lubricar la maquinaria de imposición electoral con vistas a los comicios legislativos de 2009, sobre todo b) ante la incertidumbre de cuál será la composición de la Cámara de Diputados de la 61 Legislatura que se instalará en 2009 y, sobre todo, c) su compromiso de cumplir cuanto antes con los acuerdos tenidos con diversas corporaciones trasnacionales a las cuales se halla vinculado Calderón desde los días del fraude electoral de 2006, en razón de la situación política prevaleciente en Estados Unidos.
4. La urgencia de Mouriño y Calderón por privatizar la industria petrolera mexicana estuvo además determinada desde un principio por las evidencias de que el tiempo jugaría en contra de sus pretensiones de engañar a los mexicanos con una serie de documentos mañosamente redactados y presentados por la propaganda oficial como lo que no eran, pues d) a medida que las iniciativas oficiales fueran discutidas se iría evidenciando su naturaleza, lo que permitiría el crecimiento y la organización del movimiento popular, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, como aconteció, pero también, por otra parte, e) la profundización de la discusión en los partidos políticos y en particular en el PRI y en toda la llamada “clase política”, donde Calderón ha creído contar con sus mejores aliados, lo que está ahora sucediendo.
5. Una última explicación que se ha venido dando a la situación actual se halla, por otro lado, en razones síquicas y médicas y atañe al estado personal de quien se asume titular –espurio desde luego– del Ejecutivo, lo que es ya motivo de especulaciones en especial en el sector privado, muchos de cuyos dirigentes se hallan arrepentidos de haber colaborado al fraude para imponerlo, pues Calderón ha fracasado en toda la línea en sus pretensiones y su desfase de la realidad social es cada vez mayor.
6. La insistencia de Felipe Calderón en seguir mintiendo y aseverando que sus iniciativas no son privatizadoras o que no han sido comprendidas no hacen ver más que un desequilibrio y una incapacidad para decidir en asuntos de trascendencia.
7. Esa impaciencia de Calderón por entregar el petróleo de México a las trasnacionales asociadas a la familia Bush deriva, por ejemplo, en buena medida de la urgencia que tiene de retribuir a éstas y a sus protectores republicanos la ayuda financiera que le brindaron en 2006, sobre todo ante la inminente salida de George W. Bush de la Casa Blanca, pues el horizonte que se avecina en Estados Unidos no es claro para la banda de Calderón y de Mouriño, ya que cada vez más se proyecta a nivel internacional su imagen de dirigentes de un grupúsculo corrupto e incompetente.
8. El debate sobre el petróleo y la crisis de la energía está marcando también, por las presiones de las trasnacionales, la campaña presidencial en Estados Unidos, pues mientras el republicano John McCain exige, secundado por Bush, que se levante la prohibición que existe por razones ecológicas para explotar el petróleo en las costas estadunidenses, con el argumento, según ellos, de ya no tener que depender de “regímenes hostiles”, como Irán o Venezuela, el demócrata Barack Obama se opone a esto argumentando que conduciría a la destrucción de la Florida, California y Alaska (El País, 19/6/08). Las motivaciones de tal exigencia son claras, pues provienen de las grandes trasnacionales petroleras de origen estadunidense que, ante las dificultades crecientes que encuentran en el mundo entero para su expansión, pretenden no tener más alternativa que volverse a Estados Unidos.
9. En este escenario de mentiras y engaños, el papel que tienen ahora los legisladores del PRI ha adquirido, por consiguiente, la mayor importancia, de ahí que las especulaciones sobre lo que puede estar pasando sólo puede atajarlas la prudencia a que están obligados para enfrentar el desafío de desechar la propuesta de Calderón e intentar presentar y negociar otra, pues las especulaciones son muchas: la entrevista de Beltrones con el subsecretario Negroponte en Washington esta semana, los posibles acuerdos Salinas-Calderón para exonerar a Raúl de la acusación de narco a cambio de la pérdida de sus fondos en Suiza, los rumores sobre dádivas del gobierno a los legisladores.
10. Las prisas de la mafia de Mouriño y Calderón contrastan en todo caso con la serenidad de los mexicanos, la cual no debe confundir, pues hay ya un amplio movimiento dispuesto a defender el petróleo en manos de la nación como una cuestión fundamental.