No cabe duda que la petición que hicieran en días pasados tanto Felipe Calderón como Agustín Carstens al gobernador del Banco de México de que “baje la tasa de interés” fue por demás inconstitucional, absurda y sólo refleja la ausencia de una estrategia económica seria y responsable para paliar el vendaval al que cada día nos acercamos más: resulta patético que nuevamente, a pesar de los cuantiosos ingresos petroleros, la economía mexicana registre un magro crecimiento, empleo, bienestar e inversión pública directa.
La ya famosa petición fue inconstitucional, porque nuestra Carta Magna establece en su artículo 28 que “el Estado tendrá un banco central que será autónomo en el ejercicio de sus funciones y en su administración. Su objetivo prioritario será procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda nacional, fortaleciendo con ello la rectoría del desarrollo nacional que corresponde al Estado. Ninguna autoridad podrá ordenar al banco”.
Lo anterior quiere decir, aunque nos pese a muchos, que el objetivo prioritario del Banco de México es impedir a toda costa que exista inflación; es decir, que se mantenga la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda, aun a costa del propio crecimiento. Cabe señalar que este es un tema que se ha discutido mucho y desde hace varios años en la propia Cámara de Diputados.
Más aún, el propio artículo añade que “ninguna autoridad podrá ordenar al banco” y esto lo saben bien Calderón y Carstens.
Fue absurda porque saben también que una de las principales herramientas de política para atacar la inflación es la tasa de interés, por lo que su incremento responde a una reacción para contener la escalada de precios y, por tanto, al mandato constitucional dado al Banco de México.
También refleja que al Banco de México, a la Secretaría de Hacienda y al propio Felipe Calderón se les hizo bolas el engrudo, ya que Agustín Carstens declaró esta misma semana que “todo esto (refiriéndose a la petición) no representa ninguna descoordinación, simplemente una manera diferente de ver las cosas”.
Este hecho resulta verdaderamente alarmante, ya que refleja que las “máximas autoridades económicas del país” tienen una manera diferente de ver las cosas y la gente es la que pagará las consecuencias de esas diferencias.
Así, en menos de dos semanas, el gobernador del Banco de México señaló que durante mayo la inflación fue negativa; es decir, que los precios se redujeron, a pesar de que en el mundo y en México el precio de los alimentos alcanzó niveles históricos, pero paradójicamente incrementó la tasa de interés para contener las presiones inflacionarias.
Por su parte, el secretario de Hacienda sostuvo que no existen excedentes petroleros, a pesar de que el petróleo mexicano se ha vendido 58 dólares por arriba de lo programado.
Su posición la ha tratado de justificar señalando que dichos excedentes se utilizaron para subsidiar la importación de gasolina, pero de acuerdo con el oficio GP-0437/2008 de la Gerencia de Precios de Pemex (de fecha 13 de mayo del presente año), se observa que el precio promedio del litro importado de gasolina Magna y Premium durante el primer trimestre de 2008 fue de 7.40 pesos, mismo que resultó inferior al precio al que vendió Pemex la gasolina en el país.
Pero a pesar de estos datos, algunas gentes del equipo de Calderón todavía insinúan que es necesario “eliminar el supuesto subsidio a la gasolina”, como si ignoraran que de acuerdo con la última encuesta ingreso-gasto del INEGI el mexicano promedio gasta 30 por ciento de su ingreso en alimentos y 18 por ciento en transporte, entre otros rubros, es decir que a pesar del incremento en la comida, ahora estos señores, al menos están considerando elevar el costo del transporte.
Mientras tanto, Felipe Calderón, quien hace algunos meses jubilosamente celebraba que México estaba completamente preparado para “navegar a contracorriente”, lanzó un “grito desesperado” al gobernador del Banco de México para que, contraviniendo la Carta Magna, disminuya la tasa de interés y se olvide de combatir la inflación, que según el propio banco central resultó ser “deflación” mayo.
De esta manera, después del “cantinflesco” actuar de Calderón y su equipo, lo único que queda claro es que no tienen una estrategia para hacer frente al vendaval económico en puerta y, lejos de “arrear las velas ante la tormenta”, han decidido desplegarlas con todo y los costos sociales y económicos que esto representa.
Vale recordar que desde el 23 de agosto de 2007, Andrés Manuel López Obrador advirtió, mediante una carta dirigida a la opinión pública, sobre la situación que se avecinaba para nuestra economía.
En esa misma carta señaló lo que se debía hacer para contrarrestarla y, entre otras cosas, estableció como líneas de acción el combate a los monopolios, la urgencia de contar con una verdadera reforma fiscal que acabara con los paraísos fiscales, la necesidad de impulsar la inversión en el sector energético, así como la reducción del gasto corriente y el fomento a la producción en el campo. Sin embargo, fue completamente ignorado y el resultado es que a estos señores se les hizo bolas el engrudo.