jueves, 26 de junio de 2008

Opinión de Enrique del Val Blanco en El Universal

La Europa de la vergüenza

26 de junio de 2008



Durante el siglo pasado, particularmente durante la segunda mitad, Europa era un ejemplo del Estado de bienestar y la protección de los derechos sociales. En muchas otras partes del mundo era ejemplo, era el objetivo a lograr. Hoy se ha convertido, o mejor dicho la han convertido sus actuales dirigentes, en un continente de vergüenza y que en muchas ocasiones produce asco.

El primer golpe ha sido la llamada “directiva de inmigración”, que choca con toda una tradición y que viola los derechos humanos al impedir la libre circulación y, lo que es peor, otorga la posibilidad de tener a inmigrantes en centros de detención hasta por 18 meses sin juicio, es decir, un Guantánamo europeo. Algunos países dicen que no es para tanto ya que no los tendrán tantos meses. Es el caso, vergonzoso y que da pena, de España, que dice los tendrá sólo hasta por dos meses. En este caso es más grave y preocupante pues han sido los diputados del PSOE los que han votado, junto con la derecha, a favor de esta directiva. Por lo visto el actual gobierno de socialista no tiene nada, es meramente acomodaticio.

Los países latinoamericanos más afectados por esta directiva van a suscribir una propuesta conjunta en la próxima reunión del Mercosur ya que, como algunos dirigentes han dicho, esta directiva “es la del bochorno”. Mientras nuestros compatriotas latinoamericanos y los africanos eran útiles —en el sentido de que hacían las peores y más mal pagadas labores—, eran bienvenidos, pero ahora que tienen un freno económico hay que echarlos fuera.

Una vez más esta Europa colonizadora, salvaje y explotadora de las materias primas de nuestros continentes revela su intolerancia y racismo. Bienvenidos los inmigrantes que jueguen bien el futbol, hasta les otorgan la nacionalidad, como estamos viendo en la Eurocopa, pero hasta aquí llega la bondad.

Otra directiva que es verdaderamente sorprendente en una Europa donde la duración media del trabajo era de 48 horas a la semana —e incluso en algunos países, como en Francia, se había aprobado la semana de 35 horas—: ahora el Consejo de la Unión Europea ha aprobado la posibilidad de que por medio de acuerdos individuales entre el trabajador y el empresario se puedan rebasar dichos límites hasta llegar a 65 horas a la semana. Esta posibilidad es de un cinismo enorme, porque parte de un principio absurdo: creer que en el capitalismo el asalariado tiene la libertad real de negociar con sus patrones.

La política económica hoy en Europa basa el crecimiento en el neoliberalismo, eliminando cualquier posibilidad de un desarrollo equitativo y una justa distribución de la riqueza. El libre comercio, la libre circulación de capitales, la expansión hacia los países del tercer mundo son las directivas que en conjunto han decidido. Es una lástima y una mala señal para nuestros países que la gran esperanza de que Europa pudiera hacer algo diferente en el capitalismo se está convirtiendo en la negación más absoluta del Estado de bienestar que tanto presumían y por el que tantos han luchado por años.

Esperemos que las nuevas generaciones de esos países rebasen a sus actuales líderes, ya que por lo visto hoy todos son iguales, y logren retomar la idea civilizadora y defensora de los derechos sociales, de cuya fama siempre eran orgullosos. Hoy Europa es el ejemplo a no seguir.

Analista político y economista