jueves, 26 de junio de 2008

México S.A.

Carlos Fernández-Vega
La Jornada, 26 de junio 2008

■ Vergonzosa concentración del ingreso y nulo crecimiento gracias a privatizaciones

A 26 años de iniciada la venta de garaje en el país, entregada la economía prácticamente en su totalidad a la iniciativa privada y con un gobierno minusválido, que actúa más como gerente de los grandes corporativos que como representante de la sociedad, el “logro” mayor de la política privatizadora es que en ese periodo la tasa anual promedio de “crecimiento” del PIB es apenas superior a 2 por ciento anual, y los “buenos resultados” equivalen a una vergonzosa concentración del ingreso y la riqueza, el acelerado déficit de empleo, los salarios magros y la abultada deuda social, entre otros.

Seguimos con el tour que por cortesía de la Cepal iniciamos ayer en este espacio, en cuyo análisis sobresale el señalamiento de que el Estado, desde finales de 1982, abandona su función de agente del desarrollo nacional y en gran medida subordina su propia acción a las necesidades del empresariado (el de pedigrí, fundamentalmente). A partir de esa fecha, subraya, llega al poder una clase política favorable a los intereses empresariales, que considera que el eje de la economía debía ser el capital privado y no el Estado. Y allí se mantiene.

Al igual que lo sucedido con la banca, telefonía, ingenios azucareros, minas, concesiones carreteras y demás sectores económicos entregados a y concentrados por los amigos del inquilino de Los Pinos en turno, la Cepal recalca que la protección gubernamental se repite en el caso del cemento mexicano, “que es de los más costosos del mundo” (léase Cemex, de Lorenzo Zambrano, uno de los multimillonarios Forbes). Tal cobertura impide, muchas veces de manera informal y poco ortodoxa, que llegue cemento importado al mercado mexicano. Los altos precios en el mercado nacional parecen permitirle mantener bajos precios a nivel internacional, en ocasiones por debajo de sus costos, como se desprende de una acusación que productores de Estados Unidos hacen en contra de la empresa. Sus ganancias en México le han permitido adquirir varias empresas en Estados Unidos, Gran Bretaña y China, convirtiéndolo en el mayor fabricante de cemento en Estados Unidos y el primero en el mundo.

Por su parte, Mexicana y Aeroméxico (en varias ocasiones “rescatadas” por el erario y reprivatizadas una vez “saneadas” sus finanzas) mantuvieron por muchos años un duopolio que significaba altos precios de la transportación aérea al interior del país, fenómeno que se ha limitado, aunque no eliminado, con la reciente desregulación que facilitó la aparición de otras aerolíneas de bajo costo. No obstante, el duopolio aún se mantiene en las rutas menos comerciales. A su vez, dos cerveceras (FEMSA y Modelo) controlan 99 por ciento del mercado local, dos televisoras la casi totalidad del mercado, al igual que seis familias en el negocio de la radio, y una cadena comercial, Wal-Mart, alrededor de 50 por ciento de la distribución.

En gran medida, subraya la Cepal, la concentración de la economía se ha convertido en un obstáculo al desarrollo porque se incumplió la “segunda parte de la racionalidad” de Salinas: la integración en cadenas productivas que generen mayor valor agregado. Esto, porque los grupos empresariales más exitosos son industrias tradicionales (a diferencia de lo que sucedió en los países del sudeste asiático), con bajo valor agregado, que no constituyen factores de arrastre y encadenamiento de otras industrias. Otros grupos, de sectores con mayor valor agregado, siguieron una estrategia de creación de sus propias proveedoras en lugar de recurrir a la subcontratación; algunas de las más cercanas a Estados Unidos realizan la mayor parte de sus subcontrataciones y proveedurías en ese país. Estos grandes conglomerados mexicanos son frágiles: el que tengan que buscar recursos financieros en el exterior los hace más vulnerables a una crisis de la tasa de cambio en el país.

A todas luces “se favorecieron algunos grupos económicos poderosos, estrechamente vinculados con las asociaciones empresariales más dominantes, que afectan la competitividad de la economía nacional por su carácter monopólico u oligopólico”. Es posible considerar, anota, que los grandes conglomerados mexicanos compiten en el extranjero con base en ganancias extraordinarias obtenidas en el país, a expensas de los demás empresarios y los consumidores, con lo que la alianza público-privada que ha existido hasta el presente ha ayudado a distorsionar la economía, dejando fuera a la gran mayoría del sector productivo. De esta forma, 95 por ciento de la planta industrial (constituida por micro, pequeñas y medianas empresas) enfrenta cada vez más dificultades para competir en el propio mercado interno, con muy poco acceso a crédito bancario, enfrentando altos precios de los energéticos, telecomunicaciones y transporte, entre otros. A pesar de contar con prestigiosos bancos extranjeros, éstos no se comportan en la forma competitiva como lo hacen en sus países de origen, otorgan pocos créditos, exigen demasiadas garantías y tienen elevados costos de intermediación.

En resumidas cuentas, concluye el tour de la Cepal, el modelo económico establecido en México a partir de los 80 no ha logrado disminuir el desempleo, el subempleo y la pobreza, así como la desigual distribución del ingreso. Por el contrario, estos problemas han aumentado.

Las rebanadas del pastel

De la lectoría y los ¡monopolios de película!: “no sé si sólo sea un fenómeno local, pero hace unos años dejaron de existir las pequeñas salas de cine en Ensenada, sobreviviendo solamente los multicinemas Cinema Star. Hace poco más de un año llegó a esta ciudad Cinépolis, con lo que tuvimos un periodo breve de dos grandes multicinemas. Recientemente, hará dos meses, Cinema Star fue ‘absorbida’ por Cinépolis, con lo que sólo quedó una sola compañía dueña de los dos multicinemas (uno en el centro, otro en el sur de la ciudad). En Internet se siguen anunciando los dos multicinemas, pero a los que teníamos tarjeta de membresía de Cinema Star nos la recogieron y nos dijeron que ya había cambiado de dueño. Le comento esto porque creo que hay una ley antimonopolio en el país, que en este caso parece letra muerta” (Dr. Jaime Sánchez García, investigador titular CICESE-DET, Ensenada, B.C., jasan@cicese.mx).