El gobierno federal nos dice ahora que la “reforma” que envió al Senado abarataría los fertilizantes, que han subido de precio como nunca antes. Resumimos en el título como privatización, aunque quienes la defienden dicen que no es tal, porque se plantean refinerías privadas, ductos y almacenes privados, contratos con empresas privadas con mayor alcance que los anteriores –ya de por sí prohibidos por la Constitución– y con mejores condiciones para las empresas privadas, en especial trasnacionales. Esta afirmación sobre el precio de los fertilizantes, publicada en estas páginas el pasado miércoles 2, en la página 12, contradice la experiencia histórica y la realidad actual.
La historia. Durante muchos años, los fertilizantes en México, especialmente los nitrados, que se usan mucho, eran baratos. Pemex producía gas barato y en cantidad suficiente para la demanda interna. Con una parte del gas, producía en su área petroquímica, entre muchos otros productos, amoniaco. Y con éste, la planta Fertimex, también del sector público, producía este tipo de fertilizantes, que se usaban ampliamente en el país. Pero vino la era de las privatizaciones –entonces no les daba vergüenza reconocerlo– y le llegó el turno a Fertimex. Pemex fue cerrando plantas de producción de amoniaco. También se combinó el uso inmoderado del gas natural por la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para producir este último energético, habiendo recursos muy variados en nuestro país, y se dejó en un segundo plano la extracción eficiente del gas por Pemex, de modo que aumentaron rápidamente las importaciones de este producto. Y con ello, se empezaron a usar en México precios basados en los de Estados Unidos, que desde hace años son los más caros del mundo.
Fertimex fue cerrada por el alto precio del gas y del amoniaco, y eso disparó el precio de los fertilizantes. Las que dispararon los precios de los fertilizantes fueron privatizaciones, y el cuento de que “el mercado” fije los precios, cuando que hay muchos mercados en el mundo y escogimos el más caro. Y nos dejaron, al sustituir producción nacional por importaciones, expuestos a que al subir los precios internacionales del petróleo y el gas, eso nos rebote en fertilizantes todavía más caros.
La realidad actual. Supuestamente, según la declaración de la que hablamos, la “reforma” (o contrarreforma, si consideramos que la reforma fue en este caso la expropiación petrolera de 1938) permitiría producir más gas y petróleo y bajar el precio del primero y, por lo mismo, del amoniaco y del fertilizante nitrado. Pero la realidad no es así.
Aun suponiendo que hubiera esos aumentos de producción, el mismo gobierno federal tiene firmados contratos por 15 años, para comprar gas natural licuado que se gasifica o gasificaría de nuevo aquí. Los precios pactados se basan en el de un centro de comercialización de gas llamado Henry Hub, en el estado de Luisiana de nuestro país vecino del norte. Aproximadamente el precio pactado por la CFE, en el caso más reciente con Repsol, es de 90 por ciento de ese precio de referencia. Del Informe Anual 2007 de Repsol (oficialmente Repsol YPF), página 29, vemos sus precios promedio de ese año:
“El precio medio de venta de la cesta de líquidos de Repsol YPF fue de 49.84 dólares/barril (36.38 euros por barril) frente a los 46.29 dólares/barril (36.88 euros por barril) de 2006. El precio medio del gas se situó en 2.15 dólares por mil pies cúbicos, siendo similar al del ejercicio anterior.”
El precio en dólares por millar de pies cúbicos es 2 por ciento superior al de dólares por millón de BTU, o sea que no hay mucha diferencia. Los precios de Henry Hub en esta última unidad de medida, para junio, y para el 3 de julio, son respectivamente de 12.69 y 13.31 dólares. El 90 por ciento estaría en ambos casos por arriba de los 11 dólares, o sea que el precio contratado con la CFE es más de cinco veces el precio informado por Repsol para 2007, similar al del año anterior.
Este y otro contrato involucran grandes cantidades de gas natural durante 15 años y a un precio altísimo. Aun suponiendo que aumentara la producción nacional de gas, esos contratos establecen precios carísimos durante más de dos sexenios.
Alternativas. Debemos mencionar alternativas en dos niveles: para el problema del gas en general, que es muy complicado, y otra alternativa que podría iniciarse más pronto. Para el gas, se debe dejar de quemar gas en la Sonda de Campeche, que ahora no se aprovecha porque tiene mezclado el famoso nitrógeno que a tecnócratas anteriores se les ocurrió inyectar para que saliera más petróleo. El proceso de separación del nitrógeno es relativamente sencillo y se dejarían de quemar grandes cantidades de gas natural, que obviamente se aprovecharían, entre otros posibles usos, para la petroquímica, incluyendo el amoniaco.
Debe aumentarse la inversión para la exploración y explotación de gas natural, y de petróleo ligero con alto contenido de gas asociado. Deben iniciarse o reiniciarse trabajos de exploración de gas en zonas abandonadas o nuevas pero con perspectiva, económicas, antes de las carísimas de las aguas profundas. Es preciso reducir el consumo de gas usando refinados y otras fuentes de energía. Debe ser más eficiente el uso del gas por el mismo Pemex.
Con todo, están los contratos a 15 años y se requiere un cambio drástico en toda la política económica al respecto. Por eso proponemos una alternativa para “mientras tanto”, pero que también sirve para después. Se trata del uso de la parte orgánica de los residuos sólidos (basura), para la producción de composta en sus múltiples variedades. Puede ser basura urbana; tal vez un sitio para empezar este proceso pueda ser la Central de Abasto. Otro ejemplo son los residuos de la actividad agrícola y agroindustrial. Esta alternativa no requiere de ninguna materia prima importada, al contrario, los desechos los tenemos por todo el país. Habría que orientar técnicamente los trabajos y concertar a los futuros productores y posibles usuarios de este fertilizante. En una situación en que los fertilizantes nitrados y otros químicos están fuera del poder de compra de la mayoría de los agricultores, esta alternativa debe ser considerada. De todos modos, este sería un proceso gradual, y mientras, se van a requerir subsidios, y también para el uso inicial de la composta. La tecnología tampoco es del otro mundo, la tenemos aquí, pero debemos difundirla y aprovecharla.