Los escenarios de prospectiva hacia el año 2050 más serios los ha hecho la International Energy Agency (IEA), y llama la atención la importancia que le da al crecimiento tan rápido de las emisiones de bióxido de carbono (CO2); luego asegura que los precios del gas y del petróleo se mantendrán altos y que las preocupaciones por la seguridad en la energía aumentarán a medida que crecen las importaciones.
Asegura esta institución que las emisiones de bióxido de carbono en el año 2050 estarán en un nivel 130 por ciento por encima de las del año 2005 y que la demanda de petróleo será 70 por ciento superior a la del mismo año.
Por otra parte, debido a la presencia tan fuerte de bióxido de carbono, considera a este de-sarrollo no sustentable, porque la mayor parte de la demanda futura de energía, y por tanto la producción de emisiones nocivas, vendrá de los países en desarrollo. Dadas las circunstancias de escasez creciente de gas y de petróleo, se producirá un aumento en la demanda en el carbón como combustible para la generación de energía, haciendo un llamado a no demorar ninguna toma de decisiones y de acciones posteriores.
Las emisiones de bióxido de carbono de 2050 pueden ser retrotraídas al nivel actual, si las medidas con un costo verdaderamente elevado se aplican mundialmente; a pesar de ello, esto puede ser conseguido usando las tecnologías existentes o aquellas que estén actualmente en desarrollo. La eficiencia de la energía y la reducción de las emisiones de CO2 en su generación, juegan un papel clave en el esfuerzo para alcanzar este objetivo.
Así como el costo para traer las emisiones de 2050 al nivel actual, sería de 50 dólares por tonelada de CO2, si se quisiera en el escenario más ambicioso llegar a la mitad, esto tendría un costo de cuatro veces el señalado, es decir, de 200 dólares por tonelada de CO2.
Hay una necesidad urgente para tomar acciones en lo que a combustibles fósiles se refiere en la próxima década. Las inversiones hechas en esta etapa, debido al periodo de vida considerado en ciertas inversiones de capital, como edificios, instalaciones industriales y plantas de energía, puede resultar demasiado largo, y consecuentemente realizarse un desperdicio económico por el remplazo temprano o por la remodelación, si es que los objetivos de la reducción de las emisiones han de alcanzarse. En los cálculos correspondientes a los escenarios más ambiciosos visualizan también, el remplazo de 350 GW (gigavatios) de plantas alimentadas con carbón como combustible, antes del final de su vida útil.
Como se puede deducir de los datos anteriores, el problema no es nada más la determinación de qué combustibles han de usarse en las próximas décadas y hasta el año 2050, en función de su disponibilidad y de la oferta mundial que pudiera haber, sobre todo, de combustibles fósiles como el petróleo y el carbón o el mismo gas, sino también la variable más importante resulta ser, según los estudios de prospectiva mencionados, la cuantificación de las emisiones del bióxido de carbono que según se persigan los objetivos del escenario de mínimos alcances que sea factible para el año 2050, se vayan disminuyendo éstas de manera que lleguen al mismo valor que tienen en la actualidad, o bien fuera que se adoptara como objetivo general el escenario más exigente, lo cual habría de significar que las emisiones de bióxido de carbono para el año 2050, llegaran a ser la mitad de las que actualmente padecemos.
Ambos escenarios serían posibles, siempre que se pudiera pagar el costo correspondiente en el primer caso, como se dijo sería de 50 dólares por tonelada de CO2, para llegar a alcanzar los objetivos de este escenario hasta 200 dólares por tonelada y así llegar a las metas más ambiciosas que fueran bajando las emisiones nocivas hasta el nivel de la mitad de las actuales, con un costo cuatro veces superior, de 200 dólares por tonelada de CO2 que se reduzca, para así llegar con éxito a los objetivos más exigentes del escenario correspondiente.
¿Qué se necesita para llegar al primer escenario? Se requiere del uso de tecnologías de punta en todo el planeta, para lo cual es indispensable también que haya conciencia de los gobiernos, tanto industrializados como los de la OCDE, sin perder de vista que los estudios de referencia afirman que no será posible lograrlo y hacerlo, por tanto, sustentable, debido a que la mayoría del crecimiento de la demanda de energía, y por tanto de emisiones también, proviene de los países en desarrollo, entre ellos por supuesto México, y nosotros nos permitiríamos agregar a las naciones emergentes, como China e India, cuyo asombroso desarrollo económico exige la satisfacción de sus necesidades rápidamente crecientes de combustibles, y consecuentemente se genere también el correspondiente aumento en las emisiones de CO2, sin que hasta ahora se hubiera visto que un esfuerzo proporcional para aportar, como dice la IEA, nuevas tecnologías que pudieran llevar a este mundo tan demandante de energía, a la correspondiente disminución de emisiones nocivas a la atmósfera terrestre.