La comunidad nacional va en un declive tanto en su vida económica como en su vida política; en la economía, vemos todos los días como aumentan los precios, disminuye la producción y de que manera, empresas y empresarios extranjeros se adueñan de los medios de producción, de los bancos, de los negocios de comunicaciones terrestres y aéreas, de tal modo que pronto no será necesario cruzar el Río Bravo para trabajar de braseros en campos agrícolas o en fábricas propiedad de nuestros vecinos.
En política, la situación no es mejor, prevalecen en las luchas por alcanzar el poder, intereses pragmáticos que borran o diluyen las líneas doctrinarias o ideológicas, y las motivaciones generosas y la altura de miras en el campo de la actividad política y social en México, son sustituidas por la búsqueda de altos ingresos, de enriquecimiento rápido, de influencias y negocios; el glamour del poder y la aristocracia de la riqueza presentan a la niñez y a la juventud una imagen equívoca sobre quienes pueden servir de modelos o de guías.
La medida de todo es la riqueza. Para determinar el status de una persona ya no importa qué tanto sabe, qué tanto sirve a su comunidad o qué cualidades o virtudes pueda tener; prevalece el lema cínico de “tanto tienes, tanto vales”.
La concepción de la política como una actividad para servir a los demás se olvida y se esconde, y los políticos, que aún los hay, que están convencidos de que la acción pública sólo se justifica por los resultados en favor de la sociedad, de la Patria y de la justicia, son perseguidos, escarnecidos y objeto de críticas implacables y de calumnias.
No hay ningún empacho en usar las creencias y los símbolos religiosos en la propaganda política, los mismos dirigentes de las Iglesias permiten la manipulación, como lo acabamos de ver en la reciente y vergonzosa visita del candidato John McCain al templo más respetado y querido por el pueblo de México, que es la Basílica de Guadalupe.
La publicidad, la imagen y la mercadotecnia sustituyen por regla general a las ideas y a las propuestas las grandes televisoras que alguna vez presumieron de ser soldados del Presidente, ahora podría presumir de que el Presidente está a sus órdenes.
Sin embargo, como dice Maritain, los grandes maquiavelistas parece por momentos que triunfan y avasallan, pero no es así afortunadamente en las amplias capas populares de México y en buena parte de las clases medias hay una importante reserva moral que resiste esta caída y se enfrenta a ella. Está, como en un volcán a punto de estallar, haciendo ebullición y dando cada vez más muestras de inquietud y descontento. Es posible que toda esa fuerza política y social sea bien encauzada y como lo está proponiendo el Movimiento por la Defensa del Petróleo, se mantenga por los cauces del civismo, del razonamiento y de la lucha pacífica.
Por otra parte, en un terreno tan delicado y explosivo como es el de la seguridad pública y la administración de justicia, también se han dado pasos hacia atrás; se aprobaron cambios a la Constitución, denominados pomposamente como “Reforma Judicial”, pero que no son si no un aumento de la permisividad a los policías, con los efectos que hemos estado viendo en los últimos días, tanto en la capital de país como en el resto del territorio; se ensayan leyes que son traducciones mal hechas de normas e instituciones de otras latitudes, se estampan en los textos legales, pero chocan con la realidad y con la corrupción, que en algunas áreas se ha incrementado en forma alarmante.
A pesar de todo, reitero, hay corrientes políticas subterráneas cansadas de los engaños, de las trampas, de los fraudes electorales y de las mentiras, que se abren paso para asumir su papel de titulares de la soberanía, como veremos en la ya inminente consulta popular sobre el petróleo.
En contra de la descomposición social que estamos viendo en los altos sectores de la sociedad y que se refleja en los medios de comunicación, sólo puede oponérsele y ser superada por la organización del pueblo sano de este país, que busca con impaciencia pero también con esperanza un cambio de fondo y por el bien.
OTRO SÍ DIGO: Felicito a Miguel Ángel Granados Chapa, no sólo por ser un buen periodista y un mexicano cabal, si no también por atreverse a enfrentar a un temible Goliat.